Cuando tenía 7 años le pregunté a mi madre que por qué me tuvo a mí. Ya sabéis, son esas dudas de críos como lo de “a quién quieres más, ¿a mi hermano o a mí?”. Me contó que tuvo a mi hermano y que tiempo después mi padre y ella quisieron otro pequeñajo en la casa, pero que tuvo un aborto. Tiempo después, volvió a intentarlo y me tuvo a mí.

Fue la primera vez que yo escuchaba esa palabreja, y como cualquier niño que escucha una palabra nueva le pregunté por su significado. Ella me explicó como buenamente pudo lo que implicaba perder a un bebé y cuando acabó la charla yo seguí jugando con mis muñecos.

Ahora han pasado muchísimos años y mi madre y yo hemos hablado de una manera más madura sobre el aborto y sobre cómo lo vivió. Leer algunos hilos de este foro me ha abierto la mente y me ha vuelto una persona más empática, y quise conocer su situación.

Ella tenía 29 años más o menos y algo salió mal. Notó que sangraba y fue corriendo con mi abuela al hospital. Mi padre estaba trabajando con el camión y en cuanto se enteró de la noticia volvió corriendo a la ciudad. Mientras tanto, mi hermano se quedó con mis tíos.

Perdió el niño. Sí, todavía no era un bebé, pero ella se había imaginado su cara, su nombre y su futuro. Fue duro, pero lo supero. ¿Cómo? No ocultando el aborto.

Cuando empezó a hablar del aborto empezaron a salir de las piedras decenas de mujeres que habían sufrido lo mismo. ¿Cómo es posible que no lo supiese antes? ¿Por qué nadie había hablado de esto? ¿Era vergüenza? ¿Culpabilidad? ¿Tristeza? ¿Una mezcla de todo?

Mi madre lo tenía claro, para ella no era un tabú. A veces a la otra persona le resultaba incómodo este tema de conversación, pero ella necesitaba sacar su dolor, no ocultarlo bajo capas y capas de sufrimiento.

Sea como sea, por el camino normalizó tanto esta situación que pudo dejarla atrás. “Es algo que uno no olvida, pero pierde su potencial de hacer daño”, me dijo.

No le puso eufemismos, no utilizó palabras bonitas o nuevos términos para disfrazar su dolor. Ella sabía lo que había sufrido y no quería disfrazarlo: A-BOR-TO, del latín abortus, palabra llana.

Yo no sé lo que es perder algo a lo que amas y que has creado, que ha surgido de ti, pero quiero contaros cómo lo vivió mi madre porque tal vez os ayude a verlo de otra manera.

Buscad apoyo, no os escondáis. Habladlo cuando os sintáis preparadas. No es culpa vuestra, no es culpa de nadie. Poco a poco podréis verlo de un color grisáceo y no negro, hasta que el día menos pensado vuelva el arco iris.

 

 

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