El amor a los 16. ¡Qué cuqui! Con la idealización del amor a lo Disney (eso sí que era un cuento…), con tus hormonas ahí a tope volviéndote loca, llorando con una canción de los Back Street Boys porque tú sentías que hablaba de ti, contando lo superfuerte que había sido que Fulanito te hubiera sonreído durante toda la noche en el garito mientras bebías tu zumo de piña (ejem… Malibú…ejem). Y (hablo por mi) la “prisa” por “ir más allá” en las relaciones…

Y ahora, con 31 tacos, sólo puedo pensar (además de en lo pava que era…) en que no valoraba lo realmente guay de esa época: LOS MORREOS. Sí. El comerte la boca con otra persona como si se fuera a acabar el mundo.

No hay nada más motivador que una buena sesión de besos. Pero de esos besos ricos, de hambre, de esos que hablan y dicen “tengo necesidad de ti”. Y es que un buen morreo no es necesariamente babas, lengua y quedarte sin aire. Un buen morreo también puede ser lento y tierno.

Ahora parece que estamos en una época que si la cosa no pasa a mayores… “no hemos triunfado”. Se nos llena la boca hablando de preliminares, de la maravilla del Satisfayer (que LO AMO, eso que quede claro eh?) pero parece que todo tiene que tener una sexualización.  Y nos olvidamos de la importancia de un buen morreo. Pues qué coño, yo lo echo en falta.

Entiendo que las etapas se superan, que avanzamos y que es obvio que la pasión de los primeros días y sus detalles, se va diluyendo. Pero ¿es necesario? Dejamos de hacer cientos de cosas porque “se supone que tienes una edad”, por ejemplo: agarrarte al carrito del super, coger velocidad y hacer wiiiii. Como si disfrutar de cosas tan sencillas como un buen morreo, fuese algo malo, algo de “adolescentes” o de lo que hubiera que avergonzarse. PUES NO ME DA LA GANA, COÑE YA.

Gastemos tiempo en lo esencial. En el achuchamiento, las cosquillas, los besos ricos, las caricias en la espalda, el oler su cuello. Aseguremos la base para mantener la pirámide.

Además, según estudios médicos besarse de forma apasionada rejuvenece porque activamos los músculos de las mejillas, ayudando a la piel a estar más tersa. Además liberamos oxitocina (la llamada hormona del amor), dopamina (hormona que nos hace sentir placer) y generamos endorfinas (que son las que nos hacen sentir buen rollo).

Así que si no le plantas un buen morreo a tu pareja porque te da vergüenza, al menos hazlo por salud, no?