El último mes del embarazo parece que se recargan las pilas, como si tu cuerpo te estuviera dando un respiro para lo que se estaba apunto de llegar. Mientras que la mayoría de la gente te dice que estarás “flojita”, es la familia elegida (esas primas y amigas que son como hermanas) la que realmente te cuenta lo que se avecina tras dar a luz a tu bebé. Por fin conoces a tu gran amor, la felicidad te inunda y, con ella, miles de sentimientos encontrados y contradictorios, fruto de las hormonas y de la nueva coyuntura. En un segundo tu mundo y tu cabeza ha dado el giro de 180° que faltaba. Es bien cierto que cada mujer es un mundo, pero creo que todas coincidimos en ciertas cosas:

 

 

Las visitas al hospital

Acabas de parir, llevas muchísimas horas despierta y, bien has hecho un esfuerzo sobrehumano, bien acabas de salir de una operación. No necesitas un reguero de gente. Te hace ilusión presentar a tu hijo/a, pero puede esperar al día siguiente. En ese momento sólo te apetece estar con tu pareja y el recién nacido (si no tienes más hijos). Pero eso sí, estás “malita” y también quieres a tu mamá. Por mucho que te acabes de convertir en madre, necesitas el calor de la tuya. Pero a nadie más. No tengas reparo en restringir las visitas, si así lo sientes, quien te quiere lo entenderá, de hecho, una amiga lo planificó así cuando se quedó embarazada del segundo, tras su experiencia en el primer parto.

Los visitantes

Tendrás que repetir las cosas una y otra vez. A menudo no tendrás fuerzas, habrá gente con la que no te sientas cómoda diciéndolo, incluso a quienes no te atrevas. Como ya te he dicho, estás sensible y las cosas más simples se hacen un mundo. Tendrás que preguntar a las visitas si están enfermos, porque la mayoría no lo tendrán en cuenta. Pedirles que se laven las manos (y habrá gente que se lo tengas que repetir cada vez) y otras medidas de higiene. Una parte de ti sabrá que no todo el mundo ha sido padre/madre y se les escapan las medidas básicas para ver a un recién nacido.

 

Coger al bebé.

Cada mamá tiene una reacción propia en ésto, pero pocas personas entienden que de repente eres una leona territorial con tu cría y no estás dispuesta a que cualquiera ponga sus zarpas en esa cosita tan pequeña que es tuya ¡y de nadie más! Ese sentimiento se va suavizando poco a poco, pero nadie debería de exigir coger en brazos a un bebé, sino esperar a que la madre lo ofrezca. Puede que no sea el momento idóneo para trajinarlo, que esa persona no te dé la suficiente confianza o que te apetezca sostenerlo a ti, que para eso has esperado nueve meses. Por supuesto, ésto no se aplica al padre de la criatura, sino todo lo contrario, parece que te enamora más cada vez que lo ves con el baby en brazos.

 

El hogar aka. “El Campo de Batalla”

Querida mamá de la mamá, ¡te queremos! Por llevarte la ropa sucia y hacer que mágicamente huela bien al traerla de vuelta. Por meterte en la trinchera y hacer que se convierta en una cocina al salir de ella. Por traer tuppers con sustento recién hecho, para evitar que nos alimentemos a base de bocadillos o similar. Por conseguir que a tu paso por la casa, ésta vaya cambiando de una ciénaga a un campo de flores, arcoíris y unicornios (os parecerá una exageración, pero de verdad de la buena que es como ves las cosas en esos días, todo es muy superlativo). Los nuevos papá y mamá llevarán noches sin dormir entre pilas de pañales, toallitas, muselinas y tetas-bibes. Los días no mejoran, así que toda ayuda es poca. Y esperad a conocer el maravilloso bucle de come-duerme-caca-despierta-come-duerme-caca-despierta-duerme-caca-despierta y quieres morir cada vez que le vas a cambiar el pañal y sabes que te va a tocar dormirlo. ¡Y los cólicos! ¡Me olvidé de los cólicos! Te quiero mamá.

Tu humor

Es el festival de las risas y los lloros. Os pongo de ejemplo una anécdota: mi chico me contó un chiste y me reí, pero mientras reía me empezaron a caer las lágrimas y acabé llorando a moco tendido. No había una razón para ello, pero así fue. No controlas las lágrimas y se abre el grifo por todo, alegría, tristeza,… da igual! Y lo peor de todo es que eres plenamente consciente de ello, pero no lo puedes explicar. Para que te hagas una idea, ese cambio hormonal le dice un “please, bitch” al del embarazo.

Sumado a lo anterior, habrá momentos en los que te sientas sola e incomprendida. Esos días inmediatos al parto y durante la cuarentena serán duros. Te estás recuperando y tienes que cuidar de esa nueva vida que acaba de llegar. Piensa en ti, porque nadie lo va a hacer, nadie está en tu piel y no llegará a entenderte. No te sientas comprometida a nada y pospón lo que no te apetezca. Es tiempo de centrarte en ti y en el bebé, pero sin olvidarte de ti, ya que si tú no estás bien, tampoco podrás hacerte cargo de tu peque. Aprovechad para conoceros como familia con tu pareja, déjate mimar ¡y pasad del mundo!

 

Mariola Hereda.