Me he enfrentado durante años a los complejos como quien se alista al ejército con intención de cambiar el mundo. Pero un buen día conocí a quien quise que me quitara la armadura. Y ese día mi mente fantaseó:

Que nuestros cuerpos se sincronizarían de tal manera que cualquier canción nos sentaría bien. Tendría un conjunto especial reservado y vestiría la cama con sábanas de seda. La habitación olería a vainilla para que todos nuestros sentidos nos recordasen a ese nosotros que surgiría bajo la luz tenue de mi lamparita de noche. Vendrías a buscarme y lo sentiríamos. Y las palabras no harían justicia a las ansias de nuestras manos.

Pero entonces me miraste de verdad y comprendí que la cabeza a veces no entiende que esa utopía no es necesaria cuando te ven. De que el sentimiento, cuando es real, no se mide en la perfección milimétrica del cine. Y entendí que, cuando lo sintamos, pasará así:

Pareja

Nos besaremos y, posiblemente, nos golpearemos en la nariz o en los dientes, por eso de la pasión desenfrenada. Querrás cargarme en brazos, pero te detendré: es perder tiempo y fuerzas. No me habrá dado tiempo a cambiar las sábanas del primark con dibujitos que tanto me gustan, pero no te fijarás.

Nos quitaremos la ropa y, en un arrebato, me querré tapar la desnudez por si ves todos mis complejos sin censura. Pero bajarás mis manos impidiéndomelo, porque esa noche nos hemos cenado los miedos.

Me preguntarás. Porque necesitas saber que estoy segura y a gusto. Esperarás a que diga sí y entonces, nos daremos cuenta de que dar vueltas en la cama puede ser un deporte olímpico de alto riesgo. Gritaremos más de la cuenta, pondremos caras extrañas y pediremos más. Mucho más. Aunque no lo haremos con voces melodiosas, eso seguro.

Y entonces, me dejaré caer a tu lado, porque da igual quien este arriba o abajo cuando nos miramos como iguales, y vendrá la risa de después del polvo.

Pareja sonriendo

Y con esa risa confirmaremos que no existirá película capaz de captar la perfección de ese instante que, aunque torpe, perdurará por hacernos sentir reales y un poco más vivos. Que esa sonrisa nos desnudará en serio y que, posiblemente, ese es el “felices para siempre” que andábamos buscando.

Rocío Torronteras (@rocio_tor16)