Dicen que la salud mental está de moda. De moda como los pantalones de campana, como el cut crease en los ojos, como el blazer rosa del Zara.
La palabra moda me lleva a lo pasajero, a lo cíclico, a idas y venidas, y por qué no, también a la banalidad. Un escenario perfecto para estar al día sobre moda es internet y las redes sociales.
¿Y la salud mental? ¿Qué es lo que me evoca? Casa. Papá, mamá y mis hermanos. Nosotros y ellos. Al resto del mundo al otro lado de la puerta, a quienes considerábamos mejores.
Resulta que hace casi treinta años en mi familia éramos unos “fashion victims” y no lo sabíamos. Quizás lo retro ha vuelto como vuelven otros estilos, de una forma más funcional. Y qué queréis que os diga, yo me alegro.
Lo cierto es que a lo largo de todos esos años me he sentido más victim que fashion, y no lo puedo negar. Victima de las circunstancias, del patriarcado otorgando roles establecidos sin preguntar, de un sistema social y sanitario defectuoso en problemas de salud mental, de un estigma demasiado doloroso.
¿Pero sabéis qué? Pienso que no puedo quedarme en el rol de victima para siempre, me hace mucho daño sostenerlo.
Entonces ¿Cómo veo esta “nueva moda”? Pues que en vez de fashion victim prefiero ser influencer. Coger aquello que tanto duele, tanto miedo da y darle luz con respeto y coherencia a como me siento.
¿Que cada vez hay más famosos, instagramers, tiktokers, más amigos de mis amigos que abren la puerta a la salud mental públicamente? GRACIAS. Gracias desde lo más profundo de mi alma. Gracias por mostrar aquellas partes tan vulnerables y delicadas a ojo público. Sé lo difícil que es y el miedo que da, sobre todo de que alguien juzgue y rompa esa confianza tan delicada.
Sin embargo hay algo que me gustaría matizar. No puedo evitar señalar que intentemos no romantizar, hay cierta tendencia en determinadas redes sociales a dejarnos llevar por la idealización.
Esa persona que está contándote su problema de salud mental, hablándote de su enfermedad o de su situación, lo ha pasado mal (y quizás seguirá pasándolo o tendrá momentos recurrentes). Da igual que tenga 100.000 seguidores, patrocine no sé qué marca, o no lo conozcan ni en su barrio. Un problema de salud mental es algo muy serio, y no un adjetivo con el que describir a una persona, un día o una situación. Por eso si esa persona está compartiendo con el mundo algo así, no creo que sea por subirse a un tren de popularidad momentánea.
Hay una cara menos bonita por así decirlo que no se suele mostrar igual, pero es que es difícil de la hostia. Hay familias que se rompen cuando entra la enfermedad mental por la puerta. Pueden producirse problemas de interacción con el entorno, aislamiento, condiciones precarias en el hogar, un deterioro en la higiene personal, problemas de accesibilidad al empleo…
Muchas personas no pueden acceder a una atención psicológica o psiquiátrica de calidad debido a su condición económica y social. Faltan recursos, falta información y educación psicosocial. Esto influye directamente en su calidad de vida. La atención adecuada en salud mental está funcionando como un privilegio cuando es un derecho prioritario.
Los problemas de salud mental no son exclusivamente depresión y ansiedad. No, no les estoy quitando importancia. No voy a tirar piedras contra mi propio tejado. Lo que ocurre es que no encuentro la misma visibilidad sobre otro tipo de trastornos de la personalidad catalogados como graves. Y cuando hablo de visibilidad, me refiero no sólo a la cantidad sino por supuesto a la calidad.
Creo que no podemos esperar a que sea la sociedad sola la que cambie por ciencia infusa su opinión sobre los problemas de salud mental. Necesitamos hacer ruido después de un silencio tan largo autoimpuesto por el miedo. Necesitamos descubrir nuestra propia voz, escuchar aquello que tenemos que decir. Y parece ser que no se esperaba que encabezáramos las listas de los hits del momento, que hubiese tantas personas que entonaran las mismas canciones.
En su día me dijeron que el feminismo estaba de moda, que el bodypositive estaba de moda, y ahora que la salud mental está de moda. ¿Y sabéis qué? Que hay modas que vienen para quedarse. ¡Bienvenidas sean!