Supongo que para cualquiera, oír hablar de escribir un diario le suena a fantasía adolescente, donde hablar de las peleas con las amigas, el chico o la chica que nos gusta o nuestras vivencias del día a día. Pero puede llegar a ser algo más importante, terapéutico y a veces, hasta sanador.
Yo, en mi caso, hace un tiempo, y saturada por infinidad de problemas personales y crisis de ansiedad que llegaban a afectarme en mi vida diaria, decidí pedir ayuda y acudir a un psicólogo para que me diera alguna pauta para poder salir adelante. Obviamente, la terapia fue muy personal y adaptada a mis necesidades, pero uno de los “ejercicios” que me recomendó, creo que es bastante motivador y que puede ayudar a más de un@ de vosotr@s, así que quiero compartirlo.
La idea fundamental es esa. Así de simple. Escribir un diario. Y quien dice escribir, dice grabar en audio o incluso, si te sientes preparad@, grabarlo en video. Abrirse al máximo. Contar cada cosa que sientes, que pasa por tu cabeza. Dejar salir todos esos pensamientos que llenan tu cabeza y que necesitas liberar. Expresar sin tapujos y con cero vergüenza (ya que es algo que tú y solo tú vas a reproducir), todo lo que sientes, aunque a priori pueda parecer hasta vergonzoso.
En mi caso lo hacía cada vez que sentía que la ansiedad comenzaba o que algo me oprimía el pecho. Cada vez que algo me alteraba u ocurría alguna situación que se escapaba de mi control, me acostumbre a retirarme por unos minutos, sacar el cuaderno y el bolígrafo que se convirtió en mi fiel acompañante y contar, sin obviar ni un detalle todo lo que sentía y todo lo que en ese momento me pasaba por la cabeza.
No es necesario que prestes atención a los detalles. Da igual la letra bonita o las faltas de ortografía. No es importante si escribes un montón de páginas para conseguir desahogarte o si solo son un par de frases pero cargadas de significado.
Da igual si repites mil veces la misma palabra o si piensas que eso que escribes puede sonar ridículo. Insisto en que solo tú vas a leerlo y si quieres, incluso, puedes destruirlo pasado un tiempo. Pero antes de eso, eso sí, antes de romper o borrar ese diario de tus pensamientos, (aunque sinceramente yo te recomendaría conservarlo), la idea es volver a leerlo, eso sí, una vez que tu estado de ánimo haya cambiado. Si has escrito por la mañana, intenta leerlo de nuevo una vez relajada por la noche o al día siguiente cuando hayas descansado. O pasado el tiempo que consideres necesario.
Relájate. Haz deporte o simplemente llora. Medita o haz el ejercicio que mejor te funcione para cambiar tu situación emocional y después prueba a leer eso que has escrito y a analizarlo, y quien sabe, quizás intenta hasta relativizar.
Te sorprenderá descubrir cómo tu cabeza es capaz de interpretar tus pensamientos de forma diferente en función de cuál sea tu emoción dominante y te prometo que incluso llegarás a sorprenderte de la capacidad que tienes para superar tus propios desafíos mentales una vez seas capaz de identificar tus propias emociones y llegar a distinguirlas y controlarlas.
Incluso, y siempre si tú lo decides libremente, puedes compartir ese diario con alguien de tu total confianza para que te dé una opinión externa o simplemente por el hecho de sentir un poco de apoyo. Pero ante todo y sobre todo, no tengas ni el más mínimo sentimiento de culpa, sea cual sea la decisión que tomes, compartirlo, conservarlo o destruirlo. Tu vida es tuya. Tus sentimientos son tuyos y todos, absolutamente todos, son válidos.
Quién sabe, igual descubres que una simple hoja de papel puede ser el instrumento para descubrir partes de ti que ni tú sabías que tenías guardadas.