De los productores de no “todos los hombres” y de “ni machismo ni feminismo”, llega a su casa cinco formas mierder de ligar. Son las técnicas usadas por las especies más penosas de ligones de nuestro hábitat de solteros: los bares y discotecas.

Sí, amigas, las que más y las que menos a lo largo de este paseo por la vida que es la soltería nos hemos visto expuestas a los intentos de ligoteo más manidos, cutres y chabacanos. Formas de cortejo más improductivas que un vampiro durante el día. Técnicas de flirteo más propias de las aves que de personas evolucionadas.

A pesar de ello, hemos caído. Innumerables veces. Si no fuera así, estas maravillas del arte de llevarse a una al catre no seguirían de moda, se habrían superado. Pero ya sabemos que si algo funciona…

No, chica, pero no es para tanto, Carlota, tía. No son tan penosas ¿Qué no qué? Atenta amiga escéptica, amiga resacosa en el walk of shame mientras lees esto; flipa con qué somos capaces de sentirnos halagadas y dispuestas a tomar la última en su casa.

Os presento a las cinco especies más penosas de ligones:

  • Los mimos: esos seres que desde el otro lado de la pista de baile te miran y te empiezan a hacer gestos con las manos, de todo tipo. Desde corazones a contarte el Quijote en lenguaje de signos. No se van a acercar en toda la noche, pero su maestría con las manos será atestiguada por la discoteca entera. Si te mola, hazle la de la caña de pescar y sácale a bailar ¿Quién necesita palabras pudiendo expresarse con los dedos?

  • Los feriantes: se creen que están en los autos de choque y se tiran toda la noche chocándose contigo. Debe ser que en el capítulo de Félix Rodríguez de la Fuente sobre los machos cabríos el volumen no estaba puesto y creyeron que era parte de un cortejo el golpear y no de una pelea animal. Y ahí están ellos, pegando su sudor de espalda contra el tuyo esperando que por ósmosis le pegas media vuelta y le metes la lengua hasta la campanilla ¿Quién se puede resistir a un buen meneo a base de golpes de culos?

 

  • Los cobras: por las cobras que les enganchas tú. Tíos que creen que la sublimación del arte del ligoteo es meterte cuello, que ya ni boca, de manera insistente. Inocente de ti estás en la barra, esperando a que te sirvan tu copa, cuando ves que el de al lado parece ser escocés y estar haciendo un baile de las Highlands. Nada más lejos de la realidad. Está calentando el cuello a distintas alturas para que cuando te pille saliendo de la barra, te pueda dar el picotazo y morrearte (o matarte de un cabezazo) ¿Quién quiere saber un nombre pudiendo averiguar que has cenado directamente de boca a boca?

 

A ver, Ryan Gosling puede ligar todo lo mal que quiera conmigo
  • Los hipnóticos: estos son de lo más engañosos. Al principio, todo bien: chico mira a chica, chica mira a chico. Pero luego se enrarece la cosa: chico sigue mirando a chica y sigue y sigue; chica va al baño y pasa a su lado, pero chico solo mira a chica. Chica se empieza a poner nerviosa, chico sigue mirando a chica. Llegará un momento en que te sientas más incómoda que cuando un profesor se te quedaba mirando fijamente el examen mientras lo escribías: ¿lo estoy haciendo bien? ¿mal? ¿qué quieres de mí?

 

  • Los idiotas: estoy segura de que esta especie tiene subespecies de varios tipos. La especie reina para mí tienen dos modus operandi a menudo combinables: insultar a su “conquista” y usar a la amiga como puente. A mí que alguien me explique qué mierdas nos han contado para que nos parezca suficiente que un pavo te hable, TE USE, para llegar a tu amiga a la que en todo este proceso solo insulta. ¡Por Dios, cómo está el patio! Como si una no tuviera suficiente con ganarse el pan y entender al mimo de enfrente, que encima tuviera que aguantar la conversación a un pavo que poco sabe de las mujeres.

 

Pero seguimos y seguiremos cayendo ante el despliegue de estas especies penosas de ligones. Todo por un revolcón, o dos, o incluso una primera cita. A veces, hay que culpar al tercer whisky de la noche, pero a veces, a nuestra naturaleza animal que se deja llevar por sus instintos más básicos. No me negaréis que un buen movimiento de cuello le hace temblar las rodillas a cualquiera ¿eh?

Y a vosotras ¿cuál es la forma más cutre con la que os han entrado? ¿Os habéis encontrado con alguna otra especie penosa de ligones?

@tengoqueayque