En el mundo de las citas hay de todo, exactamente igual que en el supermercado, en el gimnasio o en el bar de la esquina de tu casa y ya os he dicho que el balance de mi experiencia es muy bueno pero hoy vengo a contaros esas primeras citas que se llevan la palma por lo penosas que fueron, que tu amiga te recuerda para echaros unas risas y que te arrancan un mátame-camión cada vez que piensas en ellas. Tú también has tenido alguna de estas, ¡seguro!
Puesto número 3. Primera cita en unos almacenes de material de construcción
Tal cual. A las 4 de la tarde, en un aparcamiento lleno de gente y con mi aplicación de geolocalización activada, of course. La culpa es mía por quedar aquí, es verdad, pero es que yo soy de verlo todo muy natural y, bueno, tienes que pasar a por una carretilla y un par de sacos de cemento, pues vale, te acompaño y nos conocemos.
El chaval no estaba mal pero, claro, una vez hecha la compra, la cita se redujo a estar en la explanada del aparcamiento, apoyados en el coche hablando hasta que encontré el momento de largarme sin que fuera demasiado grosero. La explicación que dio el sujeto es que trabaja en un bar y no quería encerrarse en otro bar en un rato libre que tenía…
Vaaale, pero es la primera vez que me ves en tu vida, quieres impresionarme o causarme buena impresión y estamos en un aparcamiento pasando frío… No vas bien, chaval, ¿y te sorprende que no quiera volver a verte?
Puesto número 2. Hola, me llamo Juan, ¿hacemos cena familiar en tu casa?
Esta no-cita es de una amiga pero no tiene desperdicio y es merecedora del segundo puesto. Un tipo con el que llevas hablando un rato y tú sabes que no va bien la cosa, que no te está convenciendo pero sigues la conversación porque es feo desaparecer sin más. Mal hecho, porque al final acabas teniendo que bloquear pero bueno… a veces somos débiles.
La cuestión es que unas cuantas frases más allá, el hombre insiste en quedar para conocerse un rato más tarde esa misma noche, para cenar. Mi amiga le dice que no puede, que no le va bien y él insiste. Ya sabemos que si alguien no puede pero tiene interés pues ya propondrá otro momento sin que tengas que insistir pero este señor no debía de saberse la teoría o le daba igual.
Él insiste y propone ir a cenar, a lo que mi amiga responde que está en casa de su madre y que va a cenar con ella y entonces llega lo mejor:
–A mí no me importa, puedo ir a cenar con vosotras.
Bloquear, claro.
Puesto número 1. Planazo de sábado noche
Este chico prometía. Habíamos hablado bastante por guasap en las semanas que llevábamos quedando y era majo, atractivo, con conversación interesante y gustos relativamente similares a los míos. Aunque al principio siempre hay detalles que pueden hacernos dudar porque no conocemos realmente a la otra persona, los cafés, los paseos y las conversaciones de chat hacían pensar que iba bien.
Entonces llega la tercera cita, TER-CE-RA. Estábamos hablando para ver qué hacíamos. Esta vez, a diferencia de las anteriores, íbamos a quedar una noche del fin de semana, sin prisas… y me invita a tomar chocolate con su familia y escuchar canciones de Roberto Carlos. Recapitulo: cita un sábado por la noche con un hombre soltero en una ciudad.
Obviamente, había más puntos de desencuentro pero éste fue el definitivo… porque si éste es el mejor plan para la tercera cita, cuando llevemos tres años de pareja, ¿qué plan me vas a proponer, amor?
¿Cómo han sido vuestras primeras citas? ¿Alguna digna de este top tres de mejores peores citas? Venga, ¡confesad!