Toda la vida había creído lo que la sociedad me contaba sobre tener muchas cosas materiales para ser más feliz y cómo eso me iba a hacer sentir completamente realizada con mi vida. Me creí lo de luchar por el amor incondicionalmente y no me sorprendió no ver nada sobre aprender a quererme a mí. Crecí aferrándome a las personas, a los momentos, a las cosas, intentando luchar contra el pasado e intentando prevenir el futuro, alejándome así de aceptar lo que la vida me da en el único momento que importa: hoy.

Hoy sé que se puede ser feliz por el mero hecho de estar aquí. Que no necesito un regalo, ni una persona, ni una situación concreta para sentirme feliz de estar donde estoy. Que a veces pasan cosas que no entendemos y que quizás tengan una razón de ser pero no siempre la encontramos. Que a veces queremos que algo pase y nos frustra que no lo haga porque no creemos que algo mejor esté en nuestro camino. Pero no siempre sabemos lo que es mejor para nosotras. No todo está bajo nuestro control.

Agradezco vivir con la calma de saber que no he vivido ciertas cosas porque me tocaba vivir otras. Que mis decisiones han marcado mi rumbo y que no he perdido, siempre he ganado. Desde muy jovencita tuve que asumir responsabilidades. Trabajar mientras mis amigos descansaban, tener gastos mientras a ellos podían todavía mantenerles…Me generaba mucha tristeza. Me planteaba todo aquello que hubiera pasado si mi vida hubiera sido distinta. Pensaba en cuantos sitios hubiera vivido, cuanta gente hubiera conocido, cuanto hubiera disfrutado…Y odiaba mi situación del momento. Me desconectaba de todo lo bueno que ya estaba viviendo.

Con el tiempo entendí que, muy probablemente, nada de esas cosas que imaginaba hubieran pasado. Quizás ni siquiera eran anhelos míos, sino lo que otros creían que significaba el éxito. A lo mejor nunca me hubiera mudado, ni hubiera conocido a muchas personas porque yo seguía siendo la misma persona, con los mismos miedos e inseguridades, incapaz de disfrutar y agradecer el momento presente. Quizás no hubiera disfrutado aquello porque, una vez allí, me hubiera dado cuenta que eso tampoco me llenaba.

Hay quien piensa que esto es una forma de justificar tus “fracasos” pero ¿qué es realmente fracasar? ¿No es el fracaso distinto para cada uno? Desde la mayor honestidad que habita en mí, hoy siento que nunca he fracasado. Creo que necesitaba todas y cada una de mis experiencias para ser quien soy hoy y si eso es una trampa de mi mente para convencerme de no haber arriesgado en algo, ¡bienvenida sea! Porque sin todo lo que he aprendido gracias a no vivir nada de eso, tengo los valores que me acompañan hoy.

Con el tiempo también entendí que amarte a ti misma es el primer paso. Tienes que vivir enamorada de ti, sin que eso sea un concepto superficial y sin sentido, sino el pleno convencimiento de que mereces tratarte con cariño y admiración. ¿Cómo te tratas? ¿Qué piensas de ti? ¿Cómo vas a avanzar y alcanzar el éxito si dudas de cada uno de tus pasos?

Nos aferramos a personas pensando que vienen a salvarnos pero la única persona capaz de salvarte eres tú. La única con derecho a cuestionarte eres tú. Nada va a conseguir tapar tu falta de amor hacia ti misma. La respuesta ante la tensión suele ser dejar ir la cuerda y seguir tu camino, aceptando que nada se queda en tu vida si no viene a aportar algo a ella. Aprende a poner límites, aprende cuales son las normas en tu vida y no te aferres a nadie que no respete cumplirlas porque tú eres tu hogar y como siempre me gusta comparar: ¿verdad que no dejarías que los demás volcaran su bolsa de basura en tu salón? ¿Por qué entonces lo permites en tu vida?

No dejes que tu ansiedad te impida ver de lo que eres capaz. Esa ansiedad que la forman tus miedos, tus inseguridades, tu sensación de no ser capaz de lograr algo. Eres más capaz de lo que crees, solo necesitas confiar en ti y en tu camino. Todos podemos hacer cosas que tengan valor, cosas con propósito e importancia pero no todos podemos verlo. Convéncete de ello y tú también podrás. Deja de cuestionar tus decisiones, tus valores, tus sueños y escucha a tu instinto que siempre está ahí, para ti, esperando a que le atiendas. Las mejores decisiones que puedes tomar son las que nacen desde ahí.

Creo que en esta vida tenemos la opción de mirar atrás y arrepentirnos por dos cosas: de lo que no hicimos o de lo que hicimos con lo que tuvimos. Yo elijo disfrutar lo que tengo porque no quiero vivir atada a la sensación de que todo lo que no tengo es mejor que lo que sí. No luches contra lo que sientes, contra lo que te asusta. Cuando dejamos de ver al miedo como un enemigo conseguimos entender el propósito que tiene en nuestra vida. El miedo es natural y necesario para protegernos, solo debemos saber elegir cuando le hacemos caso.

 

En el fondo, si lo piensas, siempre sabemos las respuestas. Aunque haya cosas que nos pillen desprevenidos, contratiempos de la vida que nos sorprenden, en general todos podemos recordar aquel momento en que la intuición nos dio un aviso, aquella vez que, aun sin saberlo, ya nos estaba dando respuestas. Nuestro futuro también viene dado por las elecciones que hicimos en nuestro pasado, por eso no siempre nos sorprende lo que nos ofrece, pero estamos tan ocupados rechazándolo que no nos damos cuenta de lo que tenemos, hasta que es demasiado tarde.

 

Cuando mires atrás, ¿de qué prefieres arrepentirte?