¡Hola, amigas! La historia que os contaré hoy empieza en tono romántico, pero no acabó todo lo bien que quisiera.

Sorry por el spoiler, pero así no os creáis altas expectativas como yo. ¡Mirad la parte positiva, os ahorro un disgusto!

A lo que iba, yo era muy fan de pasarme horas en la página web de ascodevida.com, seguro que os suena a muchas de vosotras.

Allí la gente se suele quejar de desgracias varias, unas más inverosímiles que otras.

Uno de esos días que navegué por esa web, después de una discusión con mi madre, decidí canalizar mi cabreo a través de un post en esa web. Mi sorpresa fue cuando los moderadores decidieron publicarlo, por lo que ya me veis a mí, pendiente de recibir mensajes positivos y de ánimo (error, hay mucho hater suelto y mi “yo” de 20 añicos, no fue muy previsora).

En uno de esos mensajes, una persona me respondió amablemente y posteriormente me envió un mensaje a través de esa misma plataforma.

Resultó ser un chico muy amable, quien había pasado por una situación similar por lo que empatizó muy fácilmente con mi situación. Estuvimos hablando muchos días a través de esa web, hasta que nos dimos el Facebook (qué época).

Más adelante, ya cuando empezamos a conocernos más y ver que no era un pirado más de internet, nos dimos los teléfonos para llamarnos de vez en cuando. Y aquí viene lo bueno… ¡Por lo visto, nos habíamos conocido hacía muchos años, en el pueblo donde veraneo! Sí queridas, el mundo es un pañuelo.

Resulta que la hermana mayor de mi mejor amiga por aquel entonces, había conocido unos chicos de Madrid, que habían alquilado un barco para venir a pasar unos días de vacaciones por la Costa Brava. Su hermana nos presentó a los chicos un poco por encima, ya que querían ir a su rollo, y mi amiga y yo no les dimos mayor importancia.

Cuando atamos cabos de esta historia, nos reímos un montón, como era de esperar. ¿Era cosa del destino o de casualidades abismales? Me quedo con lo primero, prefiero ponerle un toque romántico.

Y con lo romántica que soy y lo poco que me cuesta apuntarme a un bombardeo, me fui a Madrid a conocerle. Sí, a su casa. Y sinceramente no me arrepiento de nada.

Pasé un finde semana genial llena de buen sexo y mimos. Evidentemente a mí ya me gustaba, después de meses hablando, pero el paso de vernos en persona me tenía de los nervios. Os juro que fue el abrazo más acogedor y largo que me han dado nunca.

Posteriormente a ese fin de semana, nos vimos dos o tres veces más, aunque por desgracia lo nuestro no duró mucho, la verdad. A lo sumo un par de años si no recuerdo mal, pero fue una experiencia increíble que repetiría sin pensarlo.

Así que después de todo, solo me queda animaros a que os arriesguéis a conocer gente nueva y a seguir vuestro instinto, que pocas veces falla. Hay que ir con cuidado en las redes, pero también podemos encontrar gente maravillosa con quien aprender y compartir momentos únicos.

Anna Jordana Castellà