(Relato escrito por una colaboradora basado en la historia real de una lectora que nos dejó en comentarios de Facebook)

 

Hay veces que la realidad supera a la ficción y sí, tras dejar a mi ex pareja por lo que yo creo que son razones más que de peso, no se lo tomó nada bien y en un intento de venganza ligada a una necesidad de quedar siempre por encima, me echó su pis calentito, muy calentito, en mis cápsulas de café.

Corría el año 2021 y tras una temporada horrible con la pandemia, pudimos empezar a hacer vida semi normal. Fue entonces cuando noté que mi entonces novio estaba raro. Pero no raro como podemos estar todos en algún momento, si no raro nivel no querer que Jason Momoa te empotre.

Intenté hablar con él un millón de veces y o bien le venía mal, o me decía que no le pasaba nada y que era una paranoica…¡Paranoica mis ovarios! Un día se metió en la ducha, dejó su móvil en la mesa del salón y vi como se le encendía la pantalla y le escribía una tal Sandra diciendo que había pasado una tarde genial con él y que cuando repetían esos 4 orgasmos seguidos. Como comprenderéis, no le dejé ni terminar de ducharse. Cogí su móvil y entré en el baño pidiéndole las explicaciones oportunas. Ahí ya no tuvo el valor de volver a decir que todo estaba en mi mente y sí, me confesó que llevaba unos meses viéndose con una chica, que sentía no habérmelo dicho pero que le daba miedo mi reacción. 

¿Qué reacción se puede tener ante un novio con el que llevas 4 años, que te lleva poniendo los tochos unos meses y que es tan cobarde de no hablar las cosas cuando tú lo has intentado por activa y por pasiva? Pues no… veréis, en ese momento me quedé en shock…no sabía que hacer ni que pensar. Le dije que necesitaba tiempo para asimilar y ver que decisión tomaba.

A todo esto, él solo me rogaba que no quería dejar la relación, que no se veía sin mí, pero que el sexo con ella era diferente ya que el nuestro había ido a menos en ese tiempo. ¡Menudo cabronazo! 

Me costó tomar la decisión, pero tras unos días sopesando lo que tenía (una relación de mierda) y lo que quería (justo lo contrario a lo que este ser me ofrecía) decidí acabar con esa farsa. Se lo dije y, como estábamos viviendo en casa de unos familiares míos de alquiler, él era el que tenía que irse. Ya os podéis imaginar que no se lo tomó nada bien. Nunca pensó seriamente que yo sería capaz de dejarle, y lo hice. ¿Qué pasó? Que su ego, no pequeño, se dañó enormemente, y por supuesto no iba a agachar la cabeza, aun habiéndola cagado hasta el fondo.

Le di una semana de margen para buscarse otro piso ya que no tenía familiares en la ciudad, y al quinto día se fue. Yo soy una persona muy cafetera, me encanta el buen café y tengo una máquina de cápsulas pero yo me hago las cápsulas personalmente con mis cafés molidos favoritos. Mi ex sabía lo sibarita que yo era con esta bebida y me la jugó con mi mayor debilidad. Los días posteriores a su marcha estuve haciéndome mis cafés, uno a la mañana y otro después de comer, como hacía diariamente. Es cierto que me sabían diferentes, pero no malos, solo distintos. 

De repente, así como por el tercer día tras mi nueva vida, recibí un mensaje del “rey del pis” en el que me ponía que se había dejado una mochila en casa, y una sorpresa, muy suya, en lo que más me gustaba, que lo disfrutara. Yo no entendía nada y así se lo hice saber, a lo que me respondió: ¿qué tal tus cápsulas de café? ¿No te saben a infusión calentita, más que a café? WTF???? No sabía si le estaba dando un golpe de calor o es que me estaba vacilando. Le dije que dejara de decir chorradas y entonces me lo confesó.

Me había echado su pis calentito, el primero de la mañana, ese que lleva más concentrado, en cada una de las cápsulas de café que tenía en mi armario. ME PINCHAN EN ESE MOMENTO Y NO ECHO GOTA. El cerdo de mi ex, además de haber estado engañándome durante meses, se había sentido atacado y me hacía beberme su pis, para, según él, recordarle desde bien dentro. Lo sé, parece un capítulo de LQSA y si me lo cuentan no me lo creo.

Imaginaos la de barbaridades que le dije, que no puedo reproducir por respeto a vosotras. En cuanto terminé de leer esos mensajes, corrí al baño a vomitar del asco. Y por supuesto, tiré todas las cápsulas que me quedaban. Desde ese día, he cambiado mi cafetera a una de filtro de toda la vida. No quería tener nada que me recordara a ese guarro infiel que tenía por novio.