Lo mejor de una mudanza es el papel de burbujas, todo lo demás es un drama.

Da igual la ilusión que tengas por cambiar de lugar de residencia, es llegar el momento de meter tus cosas en cajas y empezar a fantasear con la idea de convertirte en bichobola. Da igual el esfuerzo que hagas para intentar tenerlo todo controlado, es muy probable que se convierta en un auténtico caos. Deja de luchar contra lo inevitable, tienes que ser consciente de que el tiempo que dure esa mudanza tu vida girará en torno a cajas de cartón y cinta de embalaje.

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Haz una lista de prioridades. Según vaya avanzando la mudanza tu estado de ánimo se irá transformando, así que no es mala idea tener una hoja de ruta a la que acudir en momentos de crisis. Durante unos días tu casa parecerá un campo de batalla, ármate de paciencia.

Toda ayuda es poca. Si te toca en pareja, salvo algunos momentos de tensión, todo se lleva mejor porque, aunque siempre hay uno que toma el mando (es necesario), el trabajo está más repartido. Pero si tienes que hacer una mudanza en solitario te toca aprovecharte de lo amichis. Peor es robar…

Empieza con las cosas pequeñas y delicadas (la mayoría inútiles). En esta categoría podemos incluir el florerito heredado de tu abuela, la colección de vinilos o la colección de figuritas de Hello Kitty que tienes acumulando polvo en la estantería.

Invierte en material de embalaje. A no ser que consigas el mejor dealer de cajas de cartón de la ciudad te digo por experiencia propia que a la larga compensa (igual es que me estoy haciendo mayor). En una mudanza nunca se sabe cuanto tiempo estarán tus trastos metidos en cajas (a veces son lustros), así que mejor que estén limpitas. No escatimes en papel de burbujas para guardar tus vasos de Zara Home favoritos, que luego vienen los dramas.

Menos es más. Si tienes que transportar libros utiliza cajas de pequeñas dimensiones y no las llenes mucho, tu espalda te lo agradecerá. Esto es MUY importante.

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Clasifica las cajas. Si eres muy cuquis puedes utilizar post-its de colorinchis (rosa: dormitorio, azul: salón, amarillo: cocina, naranja: baño -si tienes más estancias: te odio por tener una casa grande-), en caso de ser más normal pon un identificativo en cada caja con un rotulador, queda muy orgánico. Esto te será muy útil a la hora de desempaquetar.

No acumules. En una mudanza siempre te vas a encontrar un montón de cosas de las que ni te acordabas. Desengañate, si no las has echado en falta durante todo este tiempo es que no las necesitas, no tengas piedad.

Aprovecha para deshacerte de ropa y de objetos que no vayas a utilizar más. Asume que nunca te vas a volver a poner esos vaqueros que tienes guardados en el fondo del amario y tira de una vez esa silla apolillada que recogiste de la basura una noche de borrachera. Aplica esto también al cementerio de productos de belleza que has juntado en el baño.

Selecciona unos cuantos modelitos (si caben en una maleta pequeña mejor) para los últimos días de la mudanza y reza porque no te surja nada especial cuando tengas guardado todo lo demás. Consejo: ten ropa cómoda a mano para el momento heavy de la mudanza.

Procura anticiparte a los acontecimientos y estudiate el espacio de maniobra que tienes no vaya a ser que te quedes atracanda intentando mover algún mueble.

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En fin, que una mudanza es un coñazo pero pasa rápido. Lo mejor viene después: DECORAR (¡yuhu!) y que si comprar un cojín nuevo y que si poner una plantita en la ventana y ¡ai! No hay mal que cien años dure.