Se acercan tiempos difíciles para las personas que suman 2 + 2 con calculadora, para las personas que no saben lo que significan palabras como deducciones o devengos, para las personas a las que ingresos íntegros computables, rendimiento neto, capital mobiliario… les suenan a chino, para las personas que se agobian de pensar en trámites burocráticos…
Ha llegado el momento damas y caballeros, ese momento que todos esperamos como agua de mayo, ese momento en que rezamos todo lo que sabemos para que salga a devolver… Ha llegado el momento de echarse a temblar y de hacer la declaración de la renta.
Recuerdo que cuando empecé a trabajar mi madre era quien me hacía la declaración. No es que ella supiera mucho pero a fuerza de hacerlo, primero en persona yendo a las oficinas de Hacienda, y más tarde con la llegada del Programa Padre, llegó a la conclusión de que no era algo tan difícil. Ponía mis datos, comprobaba que el certificado de retenciones de la empresa estaba correcto et voilà, al poco tiempo tenía dinerito fresco ingresado en mi cuenta. Así de fácil. Yo hacía como que miraba y me enteraba de qué iba la cosa pero está visto que no prestaba mucha atención…
Con los años llegaron épocas de paro, en las que Hacienda (que seremos todos pero lo bueno se lo quedan sólo unos pocos) me racaneaba todo lo que podía con eso de haber tenido varios pagadores y la época de hacer la declaración empezó a convertirse en un suplicio. Y luego llegaron los años de estabilidad en los que, en teoría, hacer la declaración de la renta era una cosa facilísima para la que bastaba con saber leer y manejar un ordenador.
Y entonces me enteré de que te podías deducir por alquilar un piso, ¿cómo?, ¿y eso cómo va?, ¿en qué parte de deducciones, devengos, rendimientos, ingresos, se pone eso?, ¿y qué se pone?, ¿y cómo averiguo yo la referencia catastral del piso?, ¿y qué coño es eso de la referencia catastral?
Es muy duro ser de letras en determinados momentos de año…
Trabajo en una consultora, en un departamento en el que trabajo a diario con gestores, inmensas tablas de Excel y programas informáticos con un montón de números y un montón de fórmulas y un montón de conceptos que no tienen sentido alguno para mí…
Mis amigas son licenciadas en ADE y en Económicas, y yo tengo una maravillosa carrera de letras que no me ayuda en absoluto a saber cómo hacer la declaración de la renta, ese invento del demonio que viene a verte con menos frecuencia que la regla pero que te amarga mucho más, ese trámite por el que hay que pasar por narices para que Hacienda te devuelva lo que es tuyo, ese proceso por el que hay que navegar en una página web que parece más obsoleta que un Renault R5 y que probablemente esté diseñada así como parte de un complot entre el Gobierno y las gestorías para que acabes pagando para que te la hagan, porque cada año que pasa sigo pensando que es imposible…
Porque si, yo confieso, durante dos años he pagado para que me hagan la declaración. ¿He perdido dinero? Si. ¿He pagado por algo que podría haber hecho yo sola? Si. Rectifico, ¿he pagado por algo que podría haber hecho yo sola con ayuda de alguien? Si. Pero me he quedado tranquila sabiendo que no se me iba a pasar nada por alto, que luego no iban a venir los señores de Hacienda a perseguirme a mi casa por haber hecho algo mal…
A ver, no soy una rubia inútil desvalida que necesita la ayuda de un hombre para cualquier cosa. Me hago mis propias gestiones, cuelgo cuadros, monto muebles y me encanta el bricolaje, soy capaz de cambiar el aceite del coche yo solita y el hecho de leer un manual de instrucciones no me supone un problema. Pero soy una inútil integral con los números y con cualquier cosa que tenga que ver con términos financieros. ¿Os recuerdo que trabajo con gestores?, pues ya sabéis el dicho ‘En casa del herrero…’.
Así que este año me he dicho a mí misma: Carla, tienes 32 años, eres una mujer hecha y derecha que está capacitada para hacer la declaración ella solita. Así que me he puesto a ello en el trabajo (no sea que necesite ayuda de algún compañero, vamos a aprovechar el hecho de estar rodeada de gestores) y he empezado pasito a pasito, con cuidado…
Problema 1: Carla, eres idiota, la única opción que necesitas es el botón Confirmar / modificar borrador, deja de tocar todas las demás opciones.
Problema 2: ¿Dónde aparece el nº de referencia catastral de mi piso?, no sale en la web del Catastro, crisis… Julio!!
Problema 3: A ver, si he pagado X al mes durante 3 meses de 2014, la suma total a poner en la casilla es X por 3, que es… La calculadora, la calculadoraaaaaaa…
Problema 4: Ay, ay, que sale el resultado negativo. Tranquila Carla, eso es que te devuelven, respira de nuevo como una persona normal…
Problema 5: ¿Ya está?, ¿ya le doy a confirmar?, ¿seguro?, Julio!!
En definitiva, declaración confirmada, un pequeño dinerito que los señores de Hacienda me tienen que ingresar en mi cuenta y que me va a venir genial para la boda / viaje que tengo el próximo mes de junio, y la seguridad de saber que el año que viene, con gestor o sin gestor, pagando o sin pagar, volverá la crisis a mi vida a la hora de hacer la declaración. Y probablemente cuando haya aprendido cómo hacerla será el momento en el que me haya comprado un piso y, cuidado, que eso se declara también, ¿cómo?, ¿deducción estatal?, ¿qué es eso?, Julio!!
