¿Qué hay en Portugal?

Obviamente portugueses, brasileños y algunos españoles, pero pocos. Por lo que cuando me quedé soltera en tierra vecina y estuve preparada para volver a retomar mambo con alguien más allá que mi succionador de confianza me encontré con el gran problema: yo no hablo portugués. 

Si, ya lo sé, fatal por mi parte vivir en otro país y no aprender el idioma. Pero es que no es que no quisiese, es que no era capaz, debo de ser así de tonta. Me movía yo por allí con mi inglés, a ratos español mezclado con portugués (portuñol) y pues acababa sobreviviendo. Pero ligar en otro idioma era ir sumando dificultades a la cuestión.

Un día, un amigo nos invitó a un par de amigas y a mí a su piso donde compartía con tres chicos más y para echarnos unas cervezas y un sumol un fin de semana que coincidimos todos libres. Tres chicos con tres chicas, obviamente todo pensado para acabar cada una con uno de ellos.

Pero como siempre, mi problema para comunicarme, que yo en español soy súper sociable, pero si me pones con dos portugueses y un brasileño pues la cosa se complica al punto que parezco un mono tratando de hablar gesticulando y haciendo cosas raras con mis brazos.

Y mira, me preguntas como lo hice y ni me acuerdo, que no me enteré de como acabé gustándole al brasileño porque decía cosas y me sonaba a chino. Encima al portugués estaba medio hecha y entendía, pero el portugués con el acento de Brasil… Y como el chico me hacía tilín físicamente pensé que tanto problema no podría ser la lengua si él sabía usarla donde era necesario.

Una manita por aquí, un beso tonto por aquí y  unos buenos morreos por allá, me lleva a su habitación y creo que me dice algo como que me ponga cómoda. Menos mal que hay cosas que son mecánicas y salen solas, pero yo en la cama me muevo mucho con comunicación (aunque sea básica y no nos vayamos a contar nuestros gustos al 100 por 100) y me sentía como un gato con guantes. El chaval, que también debía ir por mi misma mentalidad empezó a decirme cosas mientras estábamos en el lio y yo empecé a frustrarme porque no sabía qué carajo quería pedirme.

Él simplemente se limitaba a sonreír y guiarme con el cuerpo, pero yo estaba ya pensando más en que no entendía nada y a sentirme más y más incómoda. Además, hablaba y gemía y yo ya no sabía si a yo tenía que hablar en inglés, español o tratar de intentar el portugués para seguirle el rollo.

Al final, mi cabeza colapsó, dejó de sentir placer y corté al pobre chico alegando que me sentía un poco indispuesta. En un perfecto español, eso sí. Y me fui pensando que si tenía que repetir, al menos unas clases antes de portugués básico tendría que ver aunque fuese por Duolingo.

Whirlwind