Hablemos de pedos. Se habla muy poco de pedos. Lo único que se oye sobre ellos es que son asquerosos, que pueden ser muy ruidosos (o no), y que, a veces, apestan.

Pero ¿qué son los pedos? Según mi carpeta de adolescente, esa que todas teníamos forrada con fotos de de los Backstreet Boys, de las Spice Girls, o de Leonardo DiCaprio, y que iba pasando de mano en mano por clase para ser firmada. Pues en esa carpeta, una persona muy sabia escribió un poemilla dedicado al pedo. No recuerdo 100% lo que decía, porque mi madre me tira todo en cuanto no lo uso por un par de días, pero más o menos era algo así:

“El pedo es el aire del futuro

Que te sale por el culo

Y que anuncia la llegada

De una nueva cagada”

Se leen por el foro muchos casos de novios pedorros, y el consenso general es que vaya marranos, que lo mínimo es irte de la habitación para no molestar a los de alrededor. Incluso alguna vez se ha hablado de rupturas. Y es que si no los sacas te molestan. Pero por lo visto, sacarlos no es una opcion.

¿En serio? ¿Realmente se pueden controlar las flatulencias para sacarlas a placer? ¿Me enseñáis?

La mitad de las veces a mí me vienen sin previo aviso. Según me muevo, me agacho, o me giro salen a hacer acto de presencia por la habitación como Pedro por su casa. A veces embriagando la habitación con su poderoso aroma, a veces con un aviso en estéreo, y a veces en plan ninja, sin ninguna idea de que están por allí.

De las veces que noto que la flatulencia esta en boxes preparada para salir, en lo que tardo en quitarme la manta y levantarme del sofá, no puedo mover ni media pestaña sin que la bestia haga su aparición. Ni hablar de conseguir levantarme, cruzar la habitación, y subir las escaleras hasta el baño (si, mi casa tiene solo un baño y está en la planta de arriba).

A veces, me quedo quieta como si me hubieran hecho un Petrificus totallus, apretando el culo pa’dentro, como cuando, de peque, me ponían un supositorio (que no se a los demás, pero mi pediatra lo arreglaba todo o con dieta, o con supositorios). Y cuando tengo suerte, noto las burbujitas moverse culo pa’rriba, dándome unos segundos para salir de la habitación.

Pero lo habitual, es que desde que note que se está preparando el pedo para salir hasta que sale no me da tiempo ni a pensar “este culo es mío”.

Lo he hablado con varias amigas, y me han confirmado que desde hace años instauraron en su casa la libertad del pedo por su propia salud.

Y es que hay estudios como éste, que dicen que contenerlos no es bueno para la salud.

Una de mis amigas incluso ha desarrollado el poder de saber de ante mano como va a ser el pedo. Si sonoro, oloroso, o todo a la vez. Y no falla una la jodía. Estamos despatarras en el sofá y nos dice “viene con aroma”, o “se avecina tormenta”. Si ella no puede moverse, al menos nos avisa y ya las demás decidimos si nos quedamos o no.

Así que, amichis, he decidido que voy a unirme al movimiento del pedo libre, que de tanto pensar si viene o no, no puedo concentrarme en nada más. El otro día estaba con mi marido viendo Mandalorian, ¡Y me perdí cuando mi Pedro enseñó la carita por estar pensando en pedos! Una y no más. A mí, no me vuelve a pasar.

Y yo me lo perdi...

Por mi salud, física y mental, ¡libertad para los pedos!

Andrea M.

(Nota de la autora. Por favor, leamos el texto como lo que es, humor)