Quién más, quién menos habrá escuchado alguna vez el dicho “loca del coño” para referirse despectivamente a una mujer. Me alegró comprobar hace tiempo que el colectivo feminista le ha dado la vuelta a la dichosa expresión para usarla como bandera del movimiento, enorgulleciéndose de ella y deslegitimando a quienes lo usaban para ofender. Y para muestra un botón. Pero ésta es otra historia.

De lo que hoy vengo a hablaros es de mi experiencia con varones mentalmente inestables, obsesivos, controladores, insistentes… vamos, unos joyitas. Como no son uno ni dos, y poco se ha hablado de estos fenómenos, he acuñado el término LOCOS DE LA POLLA para denominar a esta subespecie de ligues que entre mis amigas ya es viejo conocido (por desgracia).

  Un loco de la polla llega a tu vida por una azarosa casualidad de esas que antes me parecían adorables y que, después de ver la serie You, me hace torcer el morro cuanto menos (vale, acabo de terminar la serie, puede que esté un poco sensible…).  En estos tiempos de Tinder en los que estamos tan acostumbradas al rápido next, al ghosting y a que todo el mundo haya parecido olvidar las más elementales normas de educación, el Loco de la Polla destaca.

Por su atención sin ambages, por su disponibilidad inmediata, porque te deja claro su interés en ti desde el minuto uno. Y claro, tú alucinas. Te sientes como aquellos jugadores compulsivos de tragaperras cuando les cae el premio después de horas sentados frente a la maquinita: YA TE TOCABA UN TÍO NORMAL. Y bajas tus defensas. Primer error.

Tú, tan contenta con tu crush

 

Entonces empiezan las fases que todo loco de la polla sigue:

Primera fase: EL ANZUELO.

Ese tío al que apenas acabas de conocer dice no sólo que le gustas, sino que quiere ir en serio, que le interesa todo lo que le cuentas (es más, se acuerda de todas tus historias).  Es atento y considerado contigo. El tiempo que pasas con él se caracteriza por su intensidad, y a pesar de ello siempre dice querer más. Todo en él es magnético: cada rato, cada beso, el sexo… Te deja claro que está dando el 100% por conquistarte. Quiere conocer a tu familia. Habla de que su búsqueda ya ha finalizado, con ojos de corderito. Verbaliza planes contigo a muchos meses vista. Puede llegar a montar una escenita digna de Hollywood para decirte que te quiere. TODO ESTO CUANDO OS HABÉIS VISTO DOS VECES. DOS.

 

Segunda fase: EL CONTROL.

Te deja claro que él apuesta por vuestra relación y que por su parte la monogamia ya está instaurada (esperando que tú le indiques lo mismo). Te pregunta qué queréis que hagáis este fin de semana. Y el siguiente. Y (¿por qué esperar?) esta misma tarde. No importa que tengas mil recados que hacer, hayas quedado con tus amigas o tengas que llevar al veterinario a tu loro porque está muy grave: él dejará claro que te puede acompañar, que no le importa, que se acerca a dónde sea, que si no le dejas se acerca a tu casa aunque sea a darte un beso… ¿adorable? NO, AMIGAS: CONTROLADOR.

 

Tercera fase: BROMAS (POCO) INOCENTES Y CHANTAJITOS:

Cuando consigues despegarte un rato de él (al fin y al cabo le diste match el martes, no ibas a dejar tiradas a tus amigas el sábado) comienza a decirte lo mal que lo va a pasar sin ti, lo mucho que te echará de menos… y a través del humor te cuestionará tus intenciones: “¿Vas a ligar mucho esta noche?” “¿Si ligas me lo contarás?”, “¿Te acordarás de mí?”, “Claro, como tú no me vas a echar de menos…”, “Como te estarás divirtiendo y pasarás de mí…”.

 

Cuarta fase: LA LOCA ERES TU.

Separarte de él y contar tu romance a tus amigas te ha hecho volver a tocar tierra. Aquello no es una historia de amor propia de una telenovela ni has conocido al padre de tus mellizos: sus caras al contarles sus numeritos no dejan lugar a dudas. Es un Loco de la Polla. HUYE. Comienzas a dudar y a ver sus exageradas muestras de afecto con otros ojos. Tomas distancia pero aún le quieres dar una oportunidad, pensando que a lo mejor es un poco intenso, el chaval… Él huele tus dudas y redobla sus esfuerzos de conquista. Es (si cabe) el doble de atento, el doble de encantador, está mucho más interesado no ya en verte, sino en no separarse de ti.

Empieza a hacer locuras: No importa que viva a 60 kilómetros y tenga una reunión de trabajo a las 8 am: le vendrá bien dormir en tu casa. No importa que tengas una gripe vírica megacontagiosa y 40 de fiebre: él se acercará para estar contigo. Y tú ya empiezas a poner límites. A negarte a estar tan disponible. Le tratas de hacer ver que no pasa nada si no os veis en dos días. QUE NO SE VA A MORIR, QUE NO SEA TAN DRAMÁTICO. Recibes doble ración de chantaje emocional (“no me quieres”, “no estás apostando tanto como yo por esta relación”, “no tendrás tantas ganas de tener pareja…”) y si te atreves a dudar de su cordura, la guinda: AQUÍ LA ÚNICA LOCA ERES TÚ. Que antes te encantaba estar conmigo. Que has pasado de estar súper cariñosa a ser una pasota. Tienes cambios de humor, tía. No hay quien te entienda.

 

Quinta fase. EL SALVADOR.

Lo anterior te hace pensar que ya no le pareces tan apetecible a tu Loco de la Polla y que se distanciará, dándote ese espacio que has perdido desde que apareció su primer “hola” en tu móvil. PERO NO. Para él eres una loca, difícil de tratar y un punto desequilibrada, pero no te preocupes. Él te entiende. Él va a estar a tu lado porque quiere lo mejor para ti. Quiere verte sonreír. Quiere ese futuro juntos, aunque hoy, chica, estás insoportable.

 

  Sexta fase. NEGACIÓN E INSISTENCIA.

Tú ya has visto el percal y has tratado de quitártelo de encima de todas las formas posibles: diálogo, discusión leve, discusión fuerte, pasotismo, el sano arte de mandarle a la mierda… Pero estás en la fase más peligrosa. Un Loco de la Polla no suelta a su chica-de-sus-sueños-de-este-mes así como así. Se agarra cual sanguijuela a los resquicios de felicidad que tuvisteis en los escasos días del principio de la historia en los que estabas encantada con él. Te implorará, llorará, aludirá a su santa madre a la cual – por supuesto- ya le ha hablado de ti, elevará la complejidad de sus chantajes emocionales PERO NO TE SOLTARÁ. Si esperas que se canse y desaparezca, vas lista. Ni aun tratándole como a la suela de tu zapato lo haría. Depende de ti acabar con esta historia.

 

 

@laslunasdevenus