Cada día siendo más consciente de las verdades como puños que encierra el refranero español: «nuca digas de este agua no beberé». Si me hubierais oído hablar de la maternidad que pretendía tener antes de quedarme embarazada y en la madre que me he convertido ahora… kilómetros de diferencia. Me he convertido en la madre super protectora que me prometí que jamás sería.

Para empezar os diré que soy enfermera y era experta en quejarme de las madres que iban al médico para absolutamente todo. ‘El niño come poco, el niño tosió anoche dos veces en un margen de seis horas, el niño tiene un moco verde al fondo de la fosa nasal derecha que se lo vi ayer por la mañana, el niño tiene un lunar en el culo que no sé yo si será bueno o malo…’

Las ponía a caldo, os lo juro. Tendríais que verme ahora, no sabéis cuantísimo me tengo que controlar para no vivir dentro de pedriatría. Cualquier cosa que le veo me llama la atención, me preocupa y me hace pensar que le puede pasar algo que no voy a saber solucionar. Creo que tengo un poco el síndrome de la impostora, pero con la maternidad

Yo era de las que decía a todas las que venían a consulta «tú no mires en Google, que en Google siempre te ponen en lo peor».

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Me he convertido en la madre super protectora que me prometí que jamás sería

No queráis ver mi historial ahora mismo. 

Qué tiempos aquellos en los que decía yo pecho le doy al principio, si veo que me canso y es mucho esfuerzo me paso al biberón para tener la responsabilidad 50%/50% con el padre… ¿creéis que soy capaz de quitarle el pecho al niño? Ya os lo digo yo: no. Siento que me va a faltar algo, que se va a despegar de mí. Ya sé que en algún momento habrá que destetar, pero dejadme un ratito más, porfi. 

«Yo si algún día tengo hijos los dejaré que vayan de brazo en brazo, cuanto más se hagan a la gente mejor». De esto le hecho la culpa al COVID, que me he vuelto paranoica, pero con sentido. Si vierais los láseres que me salen de los ojos cuando alguien le agarra la manita al niño, que luego va directa a su boca… 

¿¡Y las personas que meten toda su santa cabeza dentro del carricoche del niño para hablarle?! MUERTE Y DESTRUCCIÓN A ESA PEÑA.

De verdad que no sé cuántos libros llevo leídos sobre el ciclo del sueño, la psicomotricidad y cómo estimular sus sentidos… ¿¡pero en quién me he convertido?! Os juro que yo decía que mi vida no iba a cambiar, que yo seguiría con yéndome a cenar con mis amigas, saldría si quería, que mis padres se quedarían con él… Y no sabéis lo que me cuesta separarme de ese mini-cuerpo. 

Así que nada, madre locas y obsesivas del mundo, os critiqué hasta que me convertí en una de vosotras y bien orgullosa que estoy al respecto, sinceramente.

Quien quiera conocer mi historia, que camine con mis zapatos. 

Foto de Sarah Chai en Pexels

 

Mami anónima

 

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