55 años. Se cumplen 55 años del estreno de la inolvidable ‘Mary Poppins’ (se estrenó el 27 de agosto de 1964).

No puedo decir que esta película marcara a mi generación porque sería una gran mentira. Mary Poppins ya estaba cuando nosotras llegamos a este mundo, empezamos a ver pelis y a soñar con cuentos.

Pero Mary Poppins pasó a ser la película que más veces vi de niña (junto con ‘La historia interminable’, ahí están las dos compartiendo mi corazón).

Un viejo VHS me permitía meterme en esa historia tan lejana, me trasladaba hasta ese Londres viejuno y me dejaba llevar por esos bailes llenos de hollín en la azotea y cantaba hasta dejarme la voz junto a la madre sufragista de Jane y Michael (Sí, yo tampoco puedo evitar pensar en la canción de presentación de ellos que terminaba con la firma de los hermanos: «¡Jane… y Michael Banks!»).

¿Pero qué o quién era Mary Poppins? ¿Una bruja? ¿Existía? ¿Había sido la niñera de Bert? ¿Era inmortal!

Mary Poppins, «prácticamente perfecta en todo» (bien de autoestima y de seguridad, ¡di que sí, Mary!), era una incógnita, pero no importaba. Me dejaba llevar por ella, por la historia. Cantaba creyendo que podría entrar dentro de un cuadro y lloraba pensando en la anciana que vendía migas de pan por dos peniques.

¿Pero qué tiene Mary Poppins? ¿Por qué han pasado 55 años y sigue sacando sonrisas cuando la vemos?

No es una princesa Disney que haya conquistado a una generación, es ella que ha conquistado al mundo. No importa la época, no importa dónde. Todos/as hemos soñado con que Mary llegara y nos hiciese más fácil la rutina, que un adulto escuchase y comprendiese a los más pequeños/as.

¿El motivo? Porque Mary hacía que Jane y Michael (y nosotras al otro lado de la pantalla) pudiesen soñar. ¿Sería cierto que entraban en ese dibujo o sólo lo imaginaban? No importaba, porque ellos jugaron y soñaron que era posible. Así que pasó, aunque solo fuese en sus sueños.

Mary traía orden, traía obligaciones, traía responsabilidades, sí. Pero Mary también traía magia y permitía soñar. Tal vez, por eso nos atrapó esa historia: ese padre ausente que recapacita; esa madre que lucha por la mujer, pero sin que lo averigüe su marido; esos niños que lo único que quieren es jugar; pero también, el secreto para vivir en una rutina que nos ahoga y que nos quiere quitar la posibilidad de jugar. «Con un poco de azúcar» la vida pasará mejor. Una chispa de magia, un poco de sueño, mucho de risas y otro tanto de canciones y permítete jugar.

Han pasado 55 años desde que Mary Poppins llegó al cine (el libro se publicó en 1934) para reinarlo (sentada arriba de su nube), pero quedan muchos más porque se sigue necesitando a alguien que nos recuerde que se nos puede dejar soñar.