Mi chico lleva pidiéndome que practiquemos sexo anal desde que llevábamos tres meses juntos, ahora hemos hecho un año y para celebrarlo le he dejado que me dé por culo. ¡Ey, cariño, felices veintinueve, de regalo te dejo que me taladres el ano! Si es que la madre que me parió.

A mí lo del sexo anal NUNCA me ha llamado la atención, si por mi fuera jamás lo habríamos hecho y, aunque no es un rechazo absoluto, la idea de pensar en que del agujero que me sale la caca entre su pene no me hace ninguna gracia, para qué me quiero engañar.

El hecho es que durante este año de sexo, de probar cositas y de follar de diferentes maneras y en distintas posiciones, con alguien con quien tienes confianza, a quien quieres y quien te quiere, pues cualquier barrera es más fácil de saltar. Desde hace meses, cuando me pongo a cuatro patas me metía la puntita del dedo por el culo y la verdad es que ni tan mal, ni tan bien tampoco, no sé, como sin más, pero con morbo. Conflicto de sensaciones.

El primer día me enfadé muchísimo, porque me pilló de susto y yo no sabía ni si tenía aquello limpio. Que sí, que yo soy muy higiénica, pero si me avisas o si estamos acostumbrados, pues antes de follar yo me paso una toallita o algo, para asegurar más que nada. Es que vamos, de imaginar que me mete el dedo al culo y me saca un palomino me muero, no sé si del asco o de la vergüenza.

Nunca le he dejado ir más allá del dedito y la verdad es que con eso el chaval se apañaba, cada vez que me lo metía, gruñía y se corría, pues mira cari, ni tan mal. Pero nada, como esto del amor es ceder, decidí darle una oportunidad. Me metí aquí, empecé a bichear y me leí el post de la sexóloga que te dice cómo practicar sexo anal sin morir en el intento, me compré un lubricante para culo con un poco de anestesia, cogí un hotelito en Toledo para pasar el fin de semana y metí a mi novio al coche sin decir a dónde íbamos.

Llegamos, follamos (normal, sin culos de por medio), nos fuimos a comer y a ver la ciudad, volvimos, dormimos la siesta, pedimos pizza a domicilio, nos duchamos y justo después llegó el momento de la verdad. Lo eché del baño, me hice una lavativa (qué puto asco, joder, odio los culos y la caca), salí de ahí con un conjunto nuevo de lencería blanco (sus favoritos) y empecé a restregotearme contra sus calzoncillos, la ropa interior nos duró nada y menos, me puse a cuatro patas, le di el lubricante y le dije ‘métemela por el culo’ (hasta yo me sorprendí a mí misma al escucharme decirlo).

Ojalá le hubierais visto la cara, el mejor cumpleaños de su vida, vamos.

Pues nada, me embadurna del somnífero culero, empieza a meterme un dedo, luego el otro y luego la puntita (todo esto con la BSO de sus gemidos antes ni siquiera de empezar, es que estaba gozando que flipáis, yo me estaba poniendo muy cachonda solo de escucharle, todo hay que decirlo). Pues nada hace el primer intento de meterla, a mí me duele que veo las estrellas, le digo que pare, él para. Empieza a masajearme el ano con amor, me pide que me relaje, le digo que se va a relajar su puta madre y lo volvemos a intentar.

Me duele muchísimo, pero me callo por él. Por él, porque soy gilipollas y porque no quería estropear la mejor noche de su vida sexual hasta la fecha, que tenía los ojos que ni Harry Potter cuando entra a Gringotts y ve el dinero que le han dejado sus señores padres.

Pues nada, aquí mi hombre empieza a darme despacito, yo cierro los ojos y solo pienso, ‘señorcito, que esto acabe pronto’, poco a poco empieza a subir las marchas, la velocidad y la fuerza, yo solo le pido que no la saque y la meta del todo, porque eso era insufrible y nada, a los 2 minutos si llega me dice ‘me voy a correr dentro’ y le dije ‘córrete dónde quieras, pero ya’. Error, del cual me arrepentiría segundos después.

Se corre dentro de mi señor culo con el grito de placer más sonoro y delicioso que jamás le he escuchado, se tira en la cama y dice ‘buf’, me besa, me abraza, me pregunta si estoy bien, le digo que sí para no romper la magia, siento cómo me palmita el culo, decido levantarme para ir al baño a ver si me he roto el orto o algo y cuando me levanto…

ME SALE DEL CULO SU LEFA CON MI CACA. 

Poquísimas veces se han corrido dentro de mi chocho, creo que cuento 2 y ambas me parecieron desagradables, pero nada comparado con eso. Caca y lefa en un batido mortal de proteínas, es que qué puto asco. Manché la alfombra del hotel y al verlo me fui a potar al baño de la arcada que me vino ante el olor y la imagen, al parecer soy tan inútil que no sé ni hacerme una lavativa de esas bien.

Él se empezó a reír, yo le empecé a pegar, me tiró a la cama en modo broma Y ME ARDIÓ EL CULO. Le dije que STOP movimientos que implicaran la mínima presión sobre mi señor pandero, metí la alfombra en la maleta dentro de una bolsa de plástico y cuando llegué a casa la tiré a la basura.

A mí me tacharán de ladrona, pero jamás de cagona diarreica.