Como os imaginareis por el titular, me dio por comprarme un silbato silencioso para perros y la cosa quizá no saliera muy bien, sino obviamente no tendría ninguna anécdota curiosa que contar y no estaríamos aquí ahora mismo. En fin, las dueñas de perros quizá puedan comprenderme un poco mejor y no hacerme sentir tan patética por lo que os voy a contar a continuación.

Mi perro tiene ya casi 4 años y medio, está entrenado, adiestrado y es muy bueno. El único defecto que tiene es que si hay una puerta abierta en el parque, tienes que tener los ojos muy bien abiertos. Es un Shiba Inu y esa raza, si no la tenéis y sois primerizos, no os la aconsejo. Son cabezones, muy inteligentes y escapistas. Y no, no es una definición mía. Buscarlo en internet, son las tres características básicas de un Shiba Inu.

Son muy monos, listos y todo lo que tu quieras, pero eso de “escapista” al principio pensamos que era un decir pero NO. Y más después de conocer a más gente con esta raza y decirnos lo mismo. Además de verlos sufrir con nuestros propios ojos cuando alguien sale del parque y se deja la puerta abierta. A TODOS LOS DUEÑOS DE UN SHIBA SE NOS PARA EL CORAZÓN POR UNOS INSTANTES. Así que me harté un día y decidí buscar información sobre cómo controlar esto, y lo que más veía en internet era que el silbato silencioso para perros era la mejor opción.

Para la que no lo sepa, como su propio nombre indica, es un silbato que no es perceptible por el oído humano pero que emite un sonido de alta intensidad que los perros pueden oír fácilmente. Por lo tanto, en mi caso tenía pensado usarlo para cuando se acercase a alguna puerta corriendo (ya que no hace caso cuando lo llamo aunque tenga premios).

Me lo compré un martes y precisamente el viernes de esa semana tuve que usarlo por primera (y última vez). Estábamos en el parque de abajo de mi casa y salió disparado con toda la voluntad de salir por la puerta (a saber qué cojones había visto) y recordé rápidamente que tenía el silbato encima. La idea era que cuando lo oyese, se quedase parado ante un sonido tan fuerte y viniera corriendo hacia la fuente del sonido. Yo le daría un premio por venir y así, ese refuerzo positivo, le haría reconocer que cada vez que suene el silbato debe volver hacia mí rápidamente. Pues bueno… en teoría funcionó a la perfección el silbato silencioso… pero no caí en que si mi perro oye ese sonido EL RESTO DE PERROS DEL MUNDO TAMBIÉN.

Justo cuando toqué el silbato silencioso y mi perro se paró en seco antes de salir por la puerta, mi mundo comenzó a ir a cámara lenta, como en una película. De repente tenía a todos los perros del parque, pequeños, grandes y gigantes corriendo corriendo hacia mi como alma que lleva el diablo. No sabía dónde meterme. Os aseguro que para mi fue todo a cámara lenta, se me pasó por la cabeza de todo: que si me empujarían y me caería al suelo, que si me rompería algo, que sí debía meterme corriendo debajo de un banco, que si debía salir corriendo… Pero por mucho que pensase la realidad es que sucedía todo muy deprisa y no me daba tiempo a reaccionar.

Por lo que, sí, efectivamente se tiraron todos contra mí y caí de espaldas del empujón que me pegaron. Al parecer esos silbatos de adiestramiento se usan en el campo o en sitios donde no haya más perros (obvio, pero no caí). Menos mal que estaba en césped pero el golpe me lo llevé y el moratón durante un tiempo también. Tuve la suerte de no caer de ninguna forma rara o si no me habría roto algo. Cuando los perros vieron que no tenía nada y que no conseguían adivinar de dónde venía el sonido se fueron con sus dueños, menos el mío, que se quedó lamiéndome sin parar viendo que estaba dolorida. En fin, la primera vez y la última que uso el puto silbato silencioso.