Si habéis tenido la mala (o buena, según cómo se mire) suerte de que os hayan puesto los cuernos, esta historia os encantará. Y es que, la venganza se servirá fría sí, pero joder, ¡que bien sienta!

Lo primero de todo que tenéis que saber es que fue mi primer novio, yo era una novata en el amor, en la vida y en todo. Fue la peor relación que he tenido nunca, tóxica, mala, insana y poco feliz, pero gracias a ella supe quién era y quién quería ser, y no iba a dejar nunca más que ningún imbécil me hiciera sentir mal.

Desde entonces todas mis relaciones han ido a mejor, hasta que encontré a la persona con la que me quedaría el resto de mi vida, todo, gracias a pasar por algo espantoso, pero bueno, caerme solo hizo que me levantase más fuerte. AHORA SÉ LO QUE ES TENER UNA RELACIÓN SANA Y FELIZ.

¿Lo mejor de todo? El momento en el que me enteré de que mi ex novio me puso los cuernos y se la devolví a lo grande

Para poneros en situación, él  tenía todos los defectos habidos y por haber de un hombre tóxico y cobarde, y yo conocía todos y cada uno de ellos y quise aprovechar el momento.

Se fue a trabajar unos meses a Londres y un día vino mi mejor amiga (que también hablaba con él) para comentarme que se había enterado de que había conocido a una chica y me había puesto los cuernos. Pero no en Londres, ¡en mi propia ciudad! La había conocido por internet, había bajado a España y se habían acostado y todo. Excuse meee?????

Obviamente yo no me lo creía, pero sabía todas sus contraseñas de email, redes… y si era verdad, había pruebas de esa bajada.

Efectiviwonder, ME HABÍA PUESTO LOS CUERNOS, y mi mente hizo click. Así que quise joderle un poquito. Como sabía que sus padres me adoraban y a mi me encantaba hacer sorpresas, se me ocurrió una cosita para vengarme y hacerle pasar un mal rato.

Él no sabía que yo me había enterado de todo y que precisamente en ese momento él estaba en mi ciudad acostándose con otra en un hotel sin que ni su familia lo supiera (no habrían aceptado esa actitud de cobarde y mongolo), así que lo llamé y le hablé como si nada. Le dije: “tengo una sorpresa para ti. ESTOY EN LONDRES CON TUS PADRES”.

Le convencí de que estaba en el aeropuerto de Gatwick. Por supuesto se le subieron los cojones al pensar que le iban a pillar. Se encontraba entre la espada y la pared, le imagino con la cara blanca. No sabía dónde meterse y, mientras él se cagaba encima yo me sentaba con una copa de vino en mi terraza preparándome para lo que venía.

“Qué no tonto que es broma, pero ¿quieres saber una cosa?” le decía, y a partir de aquí creo que es mejor dejar para la imaginación todos los insultos que le dije. Le comenté que lo sabía todo, le llamé de cabronazo para arriba y le dije que sus padres también lo sabían. Ala, por gilipollas. Al menos, si no vas a ser un hombre y me vas a dejar antes de ponerme los cuernos, asume tu responsabilidad guapo. Pero gracias, me hiciste el mejor regalo que nadie pudo hacerme: mi libertad.