Trabajo en una gran empresa, con muchísimos empleados. Al entrar en la sede te viene a la mente la imagen de las oficinas de las películas, con varias plantas abarrotadas de administrativos como sardinas en lata. Mi empresa es de esa que incentiva una competencia agresiva y nada saludable entre sus empleados. En consecuencia, estamos estresados, aburridos de nuestro trabajo y al borde de un ataque de nervios por conseguir una comisión. Lo que crea un ambiente de mierda.

Desde la pandemia estamos trabajando en remoto, pero antes de marcharnos se puede decir que aproveché bien las instalaciones. Cada cual tenía sus truquitos en la oficina para tener unos minutos de desconexión y poder sobrevivir a la intensa jornada laboral. Los más comunes ir a por un café, salir a fumar o fingir tener que ir a otro departamento cuando en realidad se huía a la escalera de emergencia a mirar las notificaciones del móvil. Yo había pasado por todas ellas, pero la presión llegó a un nivel que ya no me parecían suficientes.

Estaba siendo una tarde de locos, el tic en el ojo amenazaba con quedarse ahí para siempre, me quedaba mucho trabajo frente al ordenador, pero no podía más. Mi cuerpo dijo basta, hasta aquí hemos llegado. Me levanté y fui hacia el baño, aunque mi verdadero objetivo era estirar las piernas y encontrar un minuto de tranquilidad. Al llegar supe que aquello sería imposible, el baño estaba abarrotado de compañeras igual de estresadas que yo que no paraban de quejarse. Entonces decidí ir al otro baño, ese otro baño que existe en todos los trabajos por ser el baño de cagar, ya que está más alejado y suele ser más tranquilo. En ese momento no supe que había tomado la mejor decisión, aunque pronto lo descubrí.

El baño estaba solitario como de costumbre, me metí en uno de los estrechos cubículos. Había tan poco espacio que la puerta te rozaba al cerrarla, el WC, la papelera, el rollo de papel y el perchero me rodeaban de una manera casi acosadora. Respiré hondo disfrutando del silencio. Ya que estaba allí decidí aprovechar el viaje y mear. Entonces sin motivo aparente mi cuerpo se encendió, pidiendo a gritos que lo saciara. Me sorprendí nunca me había sucedido aquello de una forma tan espontánea, mucho menos en un lugar tan poco erótico como el pequeño baño del curro y sin ningún estímulo previo. Pero el cuerpo es sabio y sabe por qué reacciona. Pensé en dejarlo pasar, pero al recordar que me quedaban un par de horas por delante con trabajo acumulado cambié de idea.

Sentada en la taza del váter con las medias y las bragas por las rodillas, aparte la falda y comencé a juguetear con mi vello púbico. Es una especie de manía que siempre tengo antes de tocarme. Quise abrir más las piernas, pero las medias me lo impedían, así que las bajé hasta los tobillos junto con las bragas. Abrí las piernas hasta que las rodillas chocaron con las paredes del cubículo, dejando mi coño bien abierto para el homenaje que me iba a dar. Había echado el pestillo antes y menos mal porque si alguien llegase a abrir por accidente me podría haber visto hasta el cérvix de lo abierta que estaba. Mi dedo se deslizó tímido entre mis pliegues buscando mi clítoris con impaciencia porque sabía que una vez lo tocase mi lado perverso saldría desbocado hasta correrme sin control.

Me mordí el labio con mis primeras caricias, sabía que al principio mi clítoris se resistía, sensible e irritable, pero tras un par de movimientos suaves en círculo ya está listo para la acción. Comenzaba a humedecerse bajo la yema de mi dedo y las piernas me empezaban a temblar. Hice movimientos perpendiculares sobre él, era como cuando hacía la señal de la cruz de niña en misa, porque el placer que me daba era divino. Ahogue un gemido en mi garganta. Se estaba hinchando y aumenté la fricción alternando diferentes movimientos de mi dedo. Su forma almendrada abrazaba la punta de mi dedo, encajando a la perfección, haciendo el contacto más intenso.

Deseaba aumentar la temperatura, así que llamé a un par de dedos más para que tocaran el resto de mi vulva mientras el primero estaba concentrado en el clítoris. Mi mente se coló como una intrusa e imaginé que un atractivo desconocido de cabellera negra me lamía el coño con toda la amplitud de su ancha y jugosa lengua. Dejé escapar un gemido sintiendo como la humedad embadurnaba mis dedos. Mis dedos recorrían toda mi carne mojada mientras sentía calambres de placer. Zambullí un dedo en mi vagina, al estar dilatada un compañero le siguió, los metí hasta el fondo para sacarlos y repetir la operación varias veces. Esos movimientos junto a mi dedo pulgar sobre el botón del placer me arrancaron un jadeo que me dejó sin respiración por unos segundos.

Mis dedos se movieron haciendo un perfecto Spiderman porque mi mente hizo que el desconocido moreno me metiera su polla curva con fuerza estimulando mi punto G. Escuché el sonido de fricción mojada de mis dedos entrando y saliendo de mi cuerpo, poniéndome más cachonda todavía. El moreno desconocido moreno abría mis piernas para empotrarme con fuerza. Di saltitos sobre la taza del váter, aquello sonaba como un cajón que no cierra y en mi mente aquel pelinegro me lo estaba haciendo. Perdí todo raciocinio cuando el orgasmo se abalanzó sobre mí y grité cual perra en celo. 

Mientras recuperaba la respiración notaba las contracciones de mi vagina contra mis dedos, seguía corriéndome, algunas gotas cayeron al agua. Con pereza y nostalgia aparte la mano cubierta de fluidos, la limpié con papel higiénico al igual que mi potorro, muslos y trasero, lo había salpicado todo. El papel a la papelera y tiré de la cisterna como si nada hubiera pasado. Abrí la puerta arrullada por una calma interior apabullante y me lavé las manos en el lavabo con agua fría porque todavía seguía caliente pensando en aquel macizo que mi mente había imaginado para masturbarme.

Al salir lo vi, un chico muy guapo, con gafas y el pelo negro como la noche salía del baño de hombres que estaba justo al lado. Me sonrió y al instante supe que lo había escuchado todo, pero yo seguía en shock pues se daba cierto aire al desconocido de mis fantasías. Mis bragas volvían a estar húmedas.

 

HABRÁ SEGUNDA PARTE

 

Margot Hope

**Relato erótico0**