Hola, soy mujer y me he dejado bigote ¡Chsss no chilles que es peor!

Si, somos conscientes de que muchas chicas dicen que no se depilan, que no se tiñen y que no van al gym. Son esas mismas las que tienen un glúteo más duro que una roca, son rubias platino y no tienen ni 1 pelo en todo el cuerpo.

Bueno, yo no soy así. Yo soy una mujer normal y como el 80% del género femenino tengo bigote, pelos en los dedos de los pies, en el mochi y en mil sitios más. Vamos, no es que sea un felpudo, pero tengo vello, como tú, tu madre, tu abuela y cualquier mujer que no sea un gato esfinge.

Hace ya años que comencé un viaje sin retorno. No, no estoy escribiendo desde un lugar mejor, me refiero a que… desde que empecé a meterme en la cabeza ciertos conceptos, he empezado a sentirme cada vez más y más libre.

¿A que me refiero con libre? ¿A dejarme bigote? No chica no. Me refiero a poder identificar dentro de mi cabeza qué ideas son desarrollos de mi propia lógica, qué ideas son imposiciones ajenas, aislarlas y evaluar si estoy de acuerdo con esas imposiciones.

A ver, no te voy a engañar, muchas veces esas imposiciones no tienen nada que ver con cómo yo me siento o cómo percibo el mundo.

Cuando eso sucede me tomo mi tiempo para analizar qué me ha llevado a tener esa idea preconcebida, romperla y construir algo más afín a mí.

Es todo un proceso, pero no te imaginas lo muchísimo que merece la pena.

Bueno, que tampoco me quiero enrollar. Yo venía a contar lo siguiente: me he dejado bigote.

Antes de dejar que mi bigote creciera empecé con otras zonas, las piernas, las axilas, el mochi… Y un día, decidí que no quería volver a quitarme vello. Punto.

Es increíble la cantidad de explicaciones que tienes que dar y lo mucho que tienes que justificarte cuando decides hacer algo fuera de lo normal.

Parece que se nos olvida que tener bigote y tener vello en la cara es lo natural.

Es algo con lo que he nacido y aún así me he visto obligada a justificarme en mil ocasiones. Pero un día decidí dejar de hacerlo.

«Como tú, pero tú te lo afeitas» Empecé a responder cuando me decían «Tienes bigote»

Con la mascarilla no llamo mucho la atención, pero cuando me la quito, la gente me mira fijamente el bigote. Siento que hablan entre ellos e incluso me señalan.

Ligar se ha vuelto una aventura digna del mismo Peter Jackson. Claro, tengamos en cuenta que ningún chico ve más allá de mi bigote, nadie quiere ser el que se ha enrollado con Cantinflas.

Por si eso fuera poco, me cuesta conectar con personas que aún tienen la cabeza configurada como yo la tenía hace un par de años.

No me lo tomo mal. No me duele ni me molesta, pero si tengo que ser práctica y sincera diré que dejarme bigote ha afectado severamente a mi vida social. Sé que lo normal es fijarse y es normal que mi bigote les llame la atención.

Yo también viví en una mente manejada por lo antinatural, el egoísmo y la sexualización de la mujer. Lo que está claro es que no todos podemos dar el paso de poner todas esas imposiciones en jaque.

Sé lo que piensa la gente cuando me mira y no me importa. De hecho, les entiendo.

Lo más duro que he vivido desde que me he dejado bigote ha sido la batalla que he tenido y aún tengo conmigo misma.

Respetar tus propias decisiones, tu propia naturaleza y tus propias ideas cuando has nacido con ideas opuestas y vives en un mundo que aún se rige por esas mismas ideas es MUY complicado.

Además, no es nada sencillo el estar en contacto con tu feminidad y sentirte una mujer plena, cuando ciertas características (aun estando en la naturaleza biológica del género femenino) se asocian únicamente con la masculinidad.

A diario batallo con mi propia mente y todas las cosas que creía que eran correctas. Es complicado tener a diario la capacidad de mantener todas esas imposiciones e ideas externas a raya, te mentiría si te digo que no lo es.

Muchas veces siento que intentan secuestrar mi mente y mi manera de pensar. Supongo que no gusta que seamos libres y entiendo que ese es el precio de la libertad.

Pero por ahora y mientras tenga la capacidad de decidir por mi misma, seguiré conviviendo feliz con mi bigote.

 

Anónimo

 

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