Hace un par de semanas conocí a un chico en una app de citas, que no es Tinder, sino algo un poco más “Fancy”.  El hombre me vuelve loca, pero cuando les digo loca es que ningún hombre antes me había prendido así de fuerte.

Tiene cuarenta y un años, se ejercita al punto de tener el cuerpo perfecto, es muy guapo y sabe cosas de esas que solo los hombres experimentados saben.  Por puras conversaciones de Whatsapp me ha hecho sentir más que otros en vivo y directo. Creo que dejé claro mi punto. 

Esto os lo explico así a vosotras pero a él no, yo bien digna haciendo ver que no me importa tanto, pero ustedes y yo sabemos que sí.

El plot twist de mi aventura cibernética es el siguiente, él vive en otra ciudad, que queda a un par de horas de la mía, y ya un par de veces hemos comentado la posibilidad de vernos, tener un encuentro memorable, y listo. Ahí empieza y ahí se queda. Sin embargo nunca llegamos a concretar nada, yo pensaba que él solo lo decía de manera juguetona, para provocarme más, pero resultó ser que estaba mega equivocada.

Y su último mensaje, una nota de voz con tono desesperado, pues no estoy segura si tomármelo como un cumplido o como un insulto, pero me explicaba que viene a mi ciudad a visitar a un amigo, y me pidió, POR FAVOR, que nos viésemos y me acostara con él, hasta ahí todo dulce, pero el hombre, realmente desesperado, me dice que por favor le diga que sí, que realmente se está muriendo de ganas de acostarse conmigo, y que hará, o me dará, lo que le pida. “Dame la cifra que quieras y listo”.

No quepo en mí de la sorpresa, porque si bien es cierto que me estaba haciendo la dura, no me di cuenta de que estaba interpretando mi papel tan, pero tan bien.

Y bueno, el desenlace de esta historia, que espero sea feliz, es que él viene a mi ciudad, vamos a vernos, y me tocará explicarle que no quiero su dinero, que le tengo tantas o más ganas a él a mí.

 

Anónimo

 

Envía tus movidas a [email protected]