En la primera cita me trajo un disfraz de Hello Kitty y me confesó que le pondría muchísimo hacerlo con el puesto y estaba tan cachonda que accedí.
RELATO ERÓTICO
El otro día entré en Tinder y conocí a Marc.
Me pareció un chico muy atractivo en las fotos y después hablando un poco con él, vi que era un chico agradable, simpático y atento, así que le propuse quedar.
Al principio lo vi un poco nervioso con la propuesta, no me acababa de concretar ningún día y yo me esperaba lo peor; que no fuera el de las fotos o hubiera algún tipo de mentira o engaño, pero después me confesó que tenía unos gustos un poco fuera de lo común.
Yo ya estaba fantaseando con un «50 de sombras de Grey» cuando de repente, me dijo que le gustaba la Hello Kitty y tenía muchas Hello Kitty por casa.
Al principio os debo confesar que me chocó un poco, pero después pensé en todo lo de que los niños tienen que jugar con lo que les guste y no catalogar las cosas por género y me dije a mi misma, si para los niños no hay que catalogar, ¿por qué para los adultos sí? Así que decidí no darle importancia y quedar con él.
Quedamos en el centro de Barcelona y dimos un paseo por el casco antiguo, tomamos unas copas y me invitó a tomar la última en su casa.
Nada más entrar entendí porque me lo había contado antes, tenía muchos peluches, figuritas y posters por toda la casa de la Hello Kitty.
Nos sentamos en el sofá, me trajo una copa y el ambiente se fue caldeando.
Era un tío físicamente muy rudo, con el pelo largo recogido con una coleta y ropa de «cuero» estilo motero, me parecía de lo más sexy, no me encajaba nada con su estilo de casa.
Besaba muy bien, tanto que enseguida noté como me estaba mojando la ropa interior. Subió su mano por mi pierna hasta llegar a mi culo y me lo apretó con fuerza emitiendo un pequeño suspiro. Bajó la cremallera del vestido y dejó a la vista mis pechos. Lamió y mordió suavemente mis pezones y mis manos fueron directas a su entrepierna, estaba deseando ver qué escondía dentro de esos pantalones.
Nada más tocar por encima, me imaginé que nos lo íbamos a pasar muy bien y me moría de ganas de que así fuera.
Se fue un momento y pensé que habría ido a buscar un preservativo a su habitación, y si, apareció con un preservativo, pero también con un disfraz de la Hello Kitty.
Era rojo, ajustado en la parte de arriba y con una faldita muy corta con volumen en la parte de abajo; llevaba unas medias a juego y una diadema con orejitas; como era de esperar, también tenía un dibujo de la Hello Kitty justo delante del pecho.
Por unos instantes me quedé anonadada, pero le vi la cara de deseo y pude sentir las ganas que tenía de follarme con el disfraz puesto, así que accedí. Necesitaba que me empotrara, aunque tuviera que ser disfrazada de la Hello Kitty.
Una vez me vi con el puesto, no me pareció tan mal, me hacía un culito muy sexy y realzaba mi figura.
No tengo palabras para describir cómo me miró cuando aparecí con el disfraz, me comió con la mirada y me repasó de arriba a abajo.
Jugueteé un poco a hacerme la «niña buena» paseándome por el salón y enseñándole mi trasero mientras recogía algo que se me había caído casualmente.
Llegó por detrás y me acarició por encima el tanga. Estaba empapada y seguro que pudo notarlo. Lo apartó un poco al lado, se lamió un dedo y lo introdujo dentro de mí.
– Buff que calentita estás, muñeca. -Dijo en tono sugerente.
No sé si el “muñeca” iba en tono «nena» o en tono «peluche o juguetito» pero estaba tan cachonda que habría sido lo que él quisiera en aquel momento.
Me tumbo encima de la mesa y bajo suavemente el tanga por mis piernas hasta dejarlo caer al suelo, para después comerme y lamerme entera. Fue intercalando la lengua con los dedos y yo llegué al cielo, os lo prometo.
Me di la vuelta apoyándome en la mesa dejando a la vista la faldita y parte de mi trasero. Abrió el preservativo y tras colocárselo me subió la faldita y encaminó su erección hacia mi apertura.
Me estremecí al notarlo dentro, la tenía durísima y notaba cada centímetro de su piel dentro de mí. Los jadeos fueron mutuos y en aumento; notaba su respiración agitada en mi oído mientras me cabalgaba dándome azotes en el culo.
Acarició mi clítoris mientras me follaba duro y era tan placentera la combinación que me corrí nuevamente. Me agaché y me puse de rodillas, le saqué el preservativo y empecé a succionar y lamer sin dejar de mirarle.
– Me voy a correr ya. – Dijo con la voz entrecortada.
Saqué la lengua, puse cara de niña buena y noté todo su sabor en mi boca y labios, mientras él gemía y yo disfrutaba de verlo enloquecer.
Sin duda, me encantó la experiencia y la repetiría de nuevo, aunque tuviera que ser disfrazada de Hello Kitty.
Oaipa