Estoy viviendo con mi novio con el cual llevo ocho años. Siempre nos fue muy bien, nos entendíamos perfectamente, nunca discutíamos y hablábamos mucho las cosas. Teníamos tanta complicidad que sentía que éramos una única persona. Hasta que, hace unos meses, la relación comenzó a enfriarse. Él empezó a estar más agobiado en el trabajo y pasaba muchas horas allí. Por esto mismo, hacía más planes con sus compañeros, hasta tal punto que apenas pasaba por casa y apenas compartía tiempo conmigo. Lo hemos hablado algunas veces y él insiste en que solo es una etapa, pero llevamos así desde enero o febrero, y, en mi opinión, la etapa se está alargando demasiado. 

Como empecé a tener mucho tiempo libre, ya que el que tendría que pasar con mi chico se había reducido a unas pocas horas los fines de semana, decidí apuntarme a una de esas quedadas semanales en una cafetería con gente que habla otro idioma para refrescar un poco mi inglés, y ya de paso, hacer amigos. Y la cosa salió bastante bien. hicimos un grupo muy majo, de cinco chicas y tres chicos, y después de las sesiones de inglés, nos quedábamos hasta tarde bebiendo cerveza. 

Uno de los chicos del grupo me llamó la atención desde el primer día. Era un alemán guapísimo, alto y fuerte. Un empotrador, vamos. La verdad es que lo veías e imponía muchísimo, pero al conocerle un poco te dabas cuenta de que era un cacho de pan. Hicimos muy buenas migas, nos pasábamos toda la sesión hablando entre nosotros y casi no entablábamos conversación con el resto de los compañeros. Después empezamos a hablar también por WhatsApp, y de ahí pasamos a acompañarnos a casa muchas veces. Al principio solo era atracción, y eso lo podía controlar. Pero más adelante empecé a sentir cosas más fuertes. Con mi chico no estaba en mi mejor momento, pero tampoco quería tirarlo todo por la borda por una tontería, por lo que intenté marcar un poco de distancia con este chico y hablar menos. No obstante, era complicado al estar ambos en el grupo de las charlas y tener que vernos una vez a la semana. 

Finalmente, la cagué muchísimo.

Un día, después del English Coffee, además de tomarnos unas cuantas cervezas, nos vinimos arriba y decidimos salir todos de fiesta. La cosa se desmadró, yo bebí demasiado, y acabé enrollándome en la discoteca con el chico alemán. Fuimos a su casa y lo hicimos. Cuando ya llevábamos un rato, me di cuenta de que no tenía el condón puesto. Al principio me cabreé muchísimo con él, pensé que se lo había quitado a propósito. Él me juró y perjuró que no lo había hecho, que se tendría que haber resbalado. Pero el condón no aparecía por ninguna parte. Comprobé si lo tenía metido dentro ya que alguna vez me había pasado, y nada. Como íbamos bastante borrachos, también pensé que quizás se nos había ido la olla y el chico no se lo había puesto, pero enseguida vimos que estaba el envoltorio en la mesilla de noche. Entre el corte de rollo, el susto del condón y que se me empezó a bajar el alcohol, me vino una oleada de arrepentimiento.  Sé que tengo que asumir las consecuencias de mis actos, pero estoy totalmente segura de que si no hubiera ido tan borracha jamás le hubiera hecho eso a mi novio. 

Me fui a casa, y de camino iba pensando si contárselo a mi novio o no. Finalmente decidí no hacerlo, había sido una tontería, yo no quería nada con el chico alemán y pronto se volvería a su país, así que no volvería a verle en mi vida. Además, sería hacer daño a mi novio innecesariamente.

Cuando llegué, mi chico no estaba, él había salido con sus compañeros de trabajo. No me enteré de en cuando llegó a casa, pero cuando me desperté lo vi tumbado a mi lado. Al poco rato, él también se despertó, y para mi sorpresa, bastante cariñoso. Empezamos a besarnos y empezó a meterme mano. Por una parte, no quería hacer nada con él porque me sentía fatal después de lo de la noche anterior, pero, por otro lado, quería olvidarlo y pasar página, hacer como si nada, porque para mí eso es lo que había significado, nada. Así que me dejé llevar.

Mi chico empezó a hacerme dedos, hasta que notó algo raro. Me preguntó si llevaba algo puesto, algún tipo de tampón raro o algo así, y le dije que no. Sacó lo que tenía dentro y ahí estaba. El puto condón. Él se quedó flipando, yo no sabía donde meterme. Empezó a preguntarme que por qué tenía un condón dentro, que con quién había follado, porque él y yo hacía varias semanas que no lo hacíamos. Empezó a cabrearse muchísimo, y claro, yo se lo tuve que contar todo. No sabéis la que se lio. Me dijo que necesitaba un tiempo para pensar en lo que había pasado, y me pidió que me fuera.

Obviamente, después de lo que había hecho, no le iba a decir que no. Así que ahora tengo que recoger mis cosas y volver a casa de mis padres. A ver cómo se lo explico. Estoy hecha una mierda, pero tengo lo que me merezco.

Anónimo