Me preguntó si era posible mear con el tampón puesto

 

Antes de escribiros me he planteado enviar estas líneas al Ministerio de Educación, pero bueno, puede que tal vez lo haga. Porque ahora mismo estoy tan flipada que el sentimiento roza la indignación.

Esta tarde he estado con un chico con el que me enrollo de vez en cuando. No es que tengamos una relación, creo. Nos vemos relativamente a menudo y casi siempre con el único propósito de mantener relaciones sexuales. No le llamo follamigo porque eso implica algún tipo de amistad y eso aún no lo tenemos.

En fin, a lo que iba. Que nos encontramos por casualidad, nos subimos a su casa y, una vez allí, me acordé de que estaba con la regla.

A él debió de darle rabia pedirme que me marchara si ya no íbamos a hacer lo que mejor se nos da (después de aclararle que a mí no me gusta hacerlo mientras menstrúo), por lo que me invitó a una cerveza y a ver un capítulo de La casa del Dragón.

No recuerdo cómo salió el tema, pero le dije que iba al baño a cambiarme el tampón. Sin más incidencias.

Nos pusimos la serie, bebimos un par de cervezas y nos metimos un poco de mano por encima de la ropa. En algún momento antes del final del capítulo, le dije que lo pausara porque tenía que volver al baño.

Me preguntó si tenía que cambiarme otra vez y yo le dije que solo quería hacer pis. Entonces él me miró con cara de estar calculando la raíz cuadrada de Pi y, tras unos segundos de espera, me soltó la duda que le corroía: Quería saber si era posible mear con el tampón puesto.

¡¡¡E iba en serio!!! Totalmente en serio.

 

Me preguntó si era posible mear con el tampón puesto

 

Cuando era adolescente, un día estaba en la playa con mis amigas y, de pronto, unos chicos del instituto me preguntaron a voz en grito desde la orilla cuántos agujeros tenía. Yo, que tenía varios piercings, conté estos, los de la nariz, la boca, los oídos y los demás agujeros que la naturaleza me ha puesto de serie. Así que les dejé como estaban.

En aquel momento no le di más importancia. Pero es que, joder, este chico tiene 28 años.

Más o menos la edad que tendrán aquellos chavales de la playa y que quizá sigan sin tener claro cuántos agujeros tienen las mujeres. Lo mismo ellos también creen que meamos por el mismo lugar por el que sangramos. Que carecemos de uretra o que la tenemos conectada a la misma salida que también podemos usar como entrada por motivos de ocio.

Y no me queda otra que pensar que lo que subyace es un problema grave de educación. ¿Cómo podemos pedirle a nadie que sepa estimular un clítoris si no tenemos ni unas nociones mínimas de anatomía? Menuda mierda de educación sexual.

Ya no sé si es que es una mierda, o es que es inexistente. Solo sé que eso tendría que cambiar. Porque yo misma tuve dudas sobre cómo funcionaba mi cuerpo, aunque ahora me escandalice. Yo también me hice preguntas que ahora me parecen absurdas.

Tal vez incluso dé por buenas cosas sobre las que estoy equivocada, sobre todo, en cuanto al sexo opuesto. ¿No os parece?

 

 

Ana

 

 

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