Me quería chupar el parrús y la sangre con una dentadura de vampiro

Me gustan los tíos frikis, me ponen y no me escondo, sí soy. Así que el hecho de enrollarme con el rarito de mi pueblo llamado Pedro no es algo extraño para mí y mi grupo no se sorprendió en absoluto, pero la verdad es que lo de Pedrito se fue de madre.

Yo sabía que era el típico chico que pasa horas muertas en su casa jugando a juegos de rol y de ordenador y que estaba interesado en el mundo vampírico hasta el punto de tener una colección de Funkos dedicada a esta temática. Lo sabía y me parecía hasta un punto atractivo que me hacía querer conocerle más en profundidad.

Aproveché los pocos sábados en los que el chaval tenía ganas de salir con el grupete de mi pueblo y le pedí que me contara un poquito más de ese mundo que le tenía tan enganchado. Se le abrieron los ojos al ver que tenía interés en ello y me convertí en su mejor amiga desde ese momento.

Empezamos a quedar a solas para ponerme al día sobre vampiros y licántropos. Yo solo quería comerle la boca, ya que en realidad todos esos temas me importaban más bien poco. Sin embargo, como veía que lo vivía tanto, le dejaba explayarse pensando que ya llegaría el momento.

Y el momento llegó…Y ojalá no hubiera llegado nunca, porque fue la situación más surrealista que he vivido hasta hoy. Estábamos en su casa y me puso una película de vampiros que, según él, me haría entender la complejidad y el origen de los chupa sangre. Por mi cabeza rondaba que ese contexto era el perfecto para enrollarme por fin con él, y así lo hice en un momento en el que lo tenía muy cerquita. Le cogí de la barbilla y le planté un beso. Él me siguió el juego y me besó con bastante pasión. De repente, me dijo que esperara un segundo, que iba a por una cosa.

Sinceramente pensé que iba a por un condón porque la cosa se estaba poniendo caliente. Cual fue mi sorpresa cuando volvió y no llevaba nada en la mano, pero sí en la boca…. ¡¡¡¡Se había puesto una dentadura de vampiro!!!! De estas típicas que vienen en los cotillones de nochevieja, cutre como ella sola. 

Me entró la risa floja y le pregunté que qué estaba haciendo. Él, con toda la naturalidad del mundo me contestó que quería hacerlo conmigo sintiéndose un vampiro, y que quería morderme con esa dentadura para sentir que me chupaba no solo mi parrús, si no también mi sangre. 

Me dio un ataque de risa y no podía articular palabra. Obviamente le dije que a mí eso no me ponía nada, que me cortaba todo el rollo y que así no podía hacer nada porque no me iba a concentrar.

Me dijo que era una broma, que lo había hecho por haberme visto tan interesada como él en el tema vampiros, pero que yo me estaba riendo de él y no con él y que me fuera de su casa.

Así que me levanté y me fui habiendo vivido la situación más extraña y menos morbosa de mi vida.

 

Marietta