Mi amiga Carmen tuvo un novio muy repelente, pero mucho, no os imagináis cuánto. De los típicas personas que cada vez que hablaba subía el pan al triple.  Desde fuera, lo veíamos casi todos (o eso creo recordar) pero, como únicamente quieres ver a tu amiga feliz, vas dejando pasar determinados detalles (no muy graves y permisibles en una persona). 

Este individuo, llamémosle E  (ególatra, egoísta y egocéntrico) era un Cayetano de vestimenta y un hipster de corazón. Así se definía. Ser original allá donde los veas. Mister Especialidad.  Rey de la Personalidad. Oda a ti Señor, mi Dios… de su puta casa.  E no besaba el suelo por donde él mismo pasaba porque estaba demasiado lejos pero se quería tanto que así nos lo hacía saber.

Me hubiera gustado jugar al juego de «Cómo Conocí a Vuestra Madre» en el que beben un chupito cada vez que Robin dice «ehm…» . En nuestro caso, si cada vez que el señor E  hubiera dicho » YO, YO HE HECHO, A MÍ, PARA MÍ, AUNQUE YO…», hubiéramos bebido más que los peces del villancico. ¡Y sin exagerar!

Creo que en un año de relación con mi amiga, NUNCA, se aprendió mi nombre real. De hecho, siempre pensé que nos llamaba a todas «bonita» porque nunca se aprendió el nombre de ninguna de las del grupo. En fin, el encanto de E era no tener absolutamente ningún encanto.

Pero bueno, una ley no escrita es que  «si no es malo a rabiar, al novio de tu amiga debes aguantar».  Así que, me lo tragué con patatas (y ni con esas me pasaba).  Era un chico pedante que todo lo medía en términos monetarios y pertenencias. A mi amiga siempre le decía comentarios del tipo:

«no tendrás queja de cómo te trato».

«Qué suerte has tenido de encontrarme».

» No irías a «X» sitios de no estar conmigo».

Frases que se podrían resumir en un » dame las gracias por quererte», arrodíllate y considérame la suerte de tu vida. Que como E, pocos, ¡y menos mal!.

Menos mal que en el día de Reyes la suerte nos vino a visitar. Los hechos fueron memorables desde el principio del día. Mi amiga se volvió LOCA con el regalo que iba a hacer a E. Ella estaba muy pillada y se sentía inferior económicamente así que todo eran dudas. Que si ropa no que seguro que ya la tiene y mucho mejor. Un reloj, colonia o bufanda tampoco que me lo tira a la cabeza. Que si una experiencia no porque seguro que ya lo ha vivido y le parece cutre… Al final decidió regalarle una caja preciosa y muy currada de anécdotas de la pareja, además de un par de regalos materiales nada baratos.

Recuerdo que estaba emocionada por dárselo porque decía que seguro que agradecía que no fuera tan materialista en un mundo en el que todo lo era. JÁ que era E, por dios. Así que, E, tras recibir el regalo lo único que le dijo fue: » ¿ Y el regalo de verdad?». APLAUSO EN LA CARA A ESE SEÑOR. Ella se enfadó, por su puesto, y él lo empeoró con un tardío «es broma» ( cariño mío, siempre detrás de la broma, la verdad asoma).

Él le dio su regalo y era una pulsera de nosequémarca de 99,98 euros. Nos sabemos el precio de MEMORIA porque se lo recalcó durante todo el día.  Al dárselo, en la comida con sus padres, en el café con los abuelos y por la noche, con nosotros.  Si entre dos cañas no dijo diez veces qué su pulsera le había costado 99,98 EUROS , no lo dijo ninguna.  Pero creo que fue a la 102 vez cuando mi amiga le respondió : ¿ Y LA PULSERA LE GUSTARÁ A TU MADRE?.

Y le dejó. No sé qué fue lo que  hizo click en su cabeza pero, desde ese día, no supimos nada más del señor E- ni de la pulsera.  Yo desde entonces creo en esos Reyes de Oriente y les doy de beber y comer lo que quieran ( pero sin pasarse, no sea que me lo echen en cara).

@VEGA.ESE