Dicen que la vida es corta, aunque quizás de esas cosas te das cuenta cuando ya has alcanzado una edad en la que puedes mirar atrás y pensar en lo mucho que has aprendido. Y es que llega un momento vital que parece como regalado, en el que sabes lo que quieres, lo que te gusta, de qué manera te gusta y en el que, además, no tienes reparos en ser sincera para decirlo. Los 50, está más que demostrado, son los nuevos 30, y tres de mis amigas me lo han confirmado con sus breves relatos sobre sus opiniones en torno al sexo llegada esta edad.

Rocío, 57 años, sexo original e imaginativo

‘Siempre he sido una mujer de ideas, digamos, diferentes. Me casé con 30 años con un hombre sin un pelo de tonto con el que hacía un tándem increíble. No tuvimos hijos, pero sí una vida juntos de lo más divertida. Los disfraces eran sin duda lo nuestro, nos gustaba el sexo con roles, donde yo me podía convertir en una profesora con ganas de castigar o él podía ser un elfo perdido en un bosque mágico. 20 años después de casarnos, y de mutuo acuerdo, decidimos divorciarnos. Yo me había enamorado hasta las trancas de un compañero de trabajo y él lo entendió perfectamente. ¿Ha mejorado mi manera de ver el sexo ahora que tengo más de 50? En mi caso simplemente es distinto. Mi nueva pareja está aprendiendo conmigo nuevas maneras de tener relaciones, ya que él siempre fue bastante más tradicional, y yo disfruto de tener relaciones más normales o más alocadas, según tengamos el día. En la variedad está el gusto.’

Sira, 52 años, mejor sola que mal acompañada

‘Puede sornar a cliché pero con la edad me he dado cuenta de lo bien que estoy yo sola. No llegué a casarme pero sí tuve mis aventuras. Experimenté hasta donde quise, tuve relaciones con hombres y con mujeres y jamás tuve que darle explicaciones a nadie. Cuando cumplí los 50 recuerdo hablarlo con algunos amigos, me preguntaron si me había arrepentido de algo en mi vida o si había echado en falta algo durante mi época más joven y fue entonces cuando me di cuenta de que no. En el sexo, como en otras muchas cosas, lo que hay es que tener las cosas claras. A día de hoy, que conozco mi cuerpo y sé lo que busco, sencillamente tengo esas relaciones que me apetecen cuando me apetecen. Si tengo que pasar sola meses teniendo mis propios orgasmos conmigo misma, pues bienvenida sea esa soledad.’

Concha, 59 años, una nueva juventud

‘Cuando fui madre el tiempo para mí pareció desaparecer, y con él ese ratito que hasta entonces había dedicado al sexo. Tenía más de 30 años y de repente me di cuenta de que llevaba más de medio año sin acostarme con mi marido. Podéis imaginaros, aunque sé de buena tinta que no fue algo que me ocurriese solo a mí. El caso fue que las cosas no se pusieron mucho más fáciles ya que cuando cumplí los 40 decidí cambiar de trabajo y eso me conllevó un estrés extra. Mi marido y yo teníamos encuentros muy fugaces, de esos que disfrutas pero que tampoco te sacian del todo. Y así fuimos sumando años hasta que de pronto un día nos dimos cuenta de que nuestra hija se había ido a la universidad y de que de alguna manera ella ya tenía su vida. Volvimos a viajar, a tener tiempo para nosotros, a cuidar nuestra relación como años atrás. Mi hija lo dice, se nos ve distintos, más relajados. Y todo hay que decirlo, ella sabe que nos tiene aquí para cuando nos necesite, pero el poder darnos un revolcón en cualquier punto de la casa a cualquier hora del día… ¡eso es una maravilla!’