Durante varios años, salí con un chico que al principio parecía estupendísimo (lo típico de la fase de luna de miel): era muy romántico, muy atento, blablablá. Un amor, vamos. El yerno que toda madre querría. Al principio, había mucha química y pasión. Como estábamos a distancia, cuando nos veíamos caían dos polvos al día como mínimo. Y eso sin contar todas las actividades que hacíamos durante el día, porque nos pasábamos el día visitando, de aquí para allá, haciendo planes sin parar. 

 

Sí que es cierto que en algunas ocasiones era un poco demasiado. Todo era muy intenso (pero dicen que es lo típico de los primeros meses). Los primeros fines de semana que nos vimos, recuerdo que él me despertaba de madrugada para tener sexo, y claro, yo al día siguiente acababa reventada. Recuerdo que veía raro eso de hacerlo de madrugada, porque yo soy un lirón y amo dormir, pero lo vi como algo pasional y que no estaba tan mal al principio. Además, yo sentía más pasión e incluso me apetecía (una vez que estábamos dándole al tema, pero no cuando él me despertaba, obviamente, porque odiaba la parte en que me despertaba).

ex

Poco a poco dejó de gustarme que lo hiciéramos por la noche y que me despertara aposta. Lo que había empezado como algo puntual, empezó a hacerse frecuente cada vez que nos veíamos. Yo le empecé a expresar que no me hacía gracia. Le dije que me apetecía dormir y que no quería que me despertara. Pero él acababa despertándome de una u otra manera (fuera para tener sexo o simplemente porque le apetecía interactuar conmigo para tener mimos). Parecía que mis opiniones le importaban un pito. Recuerdo que una noche que se quedó a dormir a casa, me desperté y lo noté encima de mí restregándose. ¡Mientras estaba durmiendo! Al ser consciente de lo que pasaba y despertarme, no me hizo ni pizca de gracia, y años atrás, pude verificar que se trataba de un abuso. No tenía mi consentimiento y encima estaba dormida.

Hasta tal punto llegó ese chico. 

 

A partir de ese momento comprendí que el consentimiento debe ser de mutuo acuerdo, consciente. No debe ser tácito. Es la expresión de que quieres, activamente, tener sexo. El sexo es un acto muy íntimo y a menos que no haya consentimiento, es difícil saber si la otra persona lo quiere de verdad o no. Por eso soy partidaria de preguntar para saber si la otra persona quiere avanzar, si se siente a gusto.

 

A medida que pasaba el tiempo, yo me iba alejando un poco más de él. Veía que se volvía cada vez más necesitado, más insistente, más dependiente. Incluso me castigaba con silencio o con rabietas de niño cuando yo no quería tener sexo. Eso es manipulación, señoras. Algo que nadie debería experimentar. Además, en los últimos momentos de la relación, si no le daba mimos al despertarme y al acostarme, se enfadaba. Estableció una especie de regla por la que le debía prestar atención en esos momentos específicos, y si no, cogía una rabieta y estaba enfurruñado durante casi todo el día.

enfado

 

Claro, yo en ese momento no percibía tan claramente la relación causa-efecto, ha sido con el tiempo que lo he visto. Así, estableció una manera de actuar en la que demandaba y demandaba y a mí cada vez me apetecía menos darle. Yo considero que estas cosas se tienen que dar naturalmente, no es algo a lo que puedas obligar a nadie, porque ya no surge. Y esa es la cosa, que si no surge, y a mí no me surgía, hay un problema. Y él lo debía de notar, debía notar que su dependencia me alejaba, y cada vez me perseguía más y me insistía más. Incluso recuerdo que una noche que salimos con unas amigas, llegó a decirle a una amiga mía que me “convenciera” para tener sexo con él, porque yo a él no le hacía caso. Ahora lo pienso y flipo en colores. Hasta que, como podéis imaginar, la relación se rompió.

 

Mirando en retrospectiva, no sé cómo aguanté el comportamiento de mi ex. Ese egoísmo de primar sus necesidades por encima de las mías.

Duramos 3 años, y al final de la relación, ya podréis imaginar que estaba hasta el mismísimo de su insistencia. Y, efectivamente, esa insistencia se tradujo en acoso cuando puse punto y final a la relación. Por eso, ahora, al principio de las relaciones, intento conocer muy bien a la persona antes de iniciar algo sentimental e involucrarme más. Porque la gente va dando pistas de cómo es. Haced caso a las pistas, a los hechos y comportamientos. No son hechos aislados, ¡¡ÉL ES ASÍ!! No penséis que va a cambiar, ni por vosotras ni por nadie. Si ya lo habéis hablado y sigue igual, pensad en lo que queréis vosotras. 

 

Ahora es muy importante para mí seguir los tiempos naturales de una relación, y no sentirme arrastrada por ella. Sentir que estoy preparada para dar un paso, y que no sea por los deseos de la otra persona, sino por los míos. Que hay que llegar a acuerdos con la pareja y notar que nuestras opiniones se tienen en cuenta.

Si no, ¿Qué hacemos ahí?

 

Lunaris