Mi experiencia: Ansiedad tras volver de la baja por maternidad

Os quiero contar mi experiencia tras volver de la baja de maternidad de mi primer embarazo.

Podéis pensar que fui una exagerada y, en realidad, tanta gente me ha dicho que lo fui, que ya me lo creo y todo. El caso es que padecí una ansiedad bastante importante que tuve que tratar tanto con medicamentos como con terapia. Pero, para que sepáis como llegué hasta ese punto, primero tengo que haceros un resumen de todo lo que sucedió.

Todo empezó, cuando mi hija tenía un mes recién cumplido. Un familiar que vino a casa a visitarnos para ver al bebé, nos contó a mi marido y a mí la posibilidad de abrir un nuevo negocio. El tema era que quería abrir una nueva sucursal del negocio que ya tenía, dentro de la provincia en la que vivimos, pero en otra pedanía. Con una distancia entre ambas de más de media hora de recorrido.

En ese momento, yo estaba desempleada. Se me propuso esta oportunidad de trabajar, diciendo que se materializaría dentro de un año y dije que sí. Maldita la hora…

Todo se precipitó, un mes después, ya se estaba buscando bajo para el nuevo local y mi marido y yo fuimos a ver dónde estaba el sitio, porque ni siquiera lo conocíamos. Inmediatamente, cuando vi lo lejos que estaba y que tendría que estar todo el día (de 8:00 a 21:00 horas) sin ver a mi peque el mundo se me vino encima, me puse a llorar y dije que no podría. Mi marido me dijo que tenía que hacerlo para devolver la ayuda que las personas implicadas en el negocio nos habían prestado, así que me vi forzada a aceptar.

Dos meses después de esto, empecé a trabajar.

El primer día fue un completo infierno. Dejé a la bebé a las 8:00 en casa de su abuela y me fui llorando. Estuve llorando, con ansiedad todo el día. Ese mismo día empezaron los dolores.

Recuerdo que el dolor empezaba en la punta de los dedos de mi mano derecha y se extendía a lo largo del brazo. Inundaba también mi pecho. Tenía la sensación de cargar una losa sobre mis costillas.

Pensaba que, con el tiempo, ese dolor se haría más llevadero, que en algún momento dejaría de llorar, pero nada más lejos de la realidad: cada día era peor.

Llegaron los ataques de ansiedad. Respiración descontrolada, taquicardia, mareos, insomnio, más dolores, falta de apetito… No podía ni siquiera hacer una videollamada para a ver a mi hija porque todas terminaban igual: llorando en el baño.

Mi trabajo consistía en realizar repartos en mi coche y, en varias ocasiones parar el coche en una orilla o en el mismo arcén, y bajarme del mismo para pegar 4 gritos e intentar liberarme de la carga que llevaba conmigo.

Conseguí aguantar los 3 meses que duró la tienda abierta.

Os aseguro que pedí ayuda a amigos y familiares y no recibí, por su parte, la ayuda que necesitaba en ese momento. Solo recibía comentarios del tipo: hay que ver como tienes las hormonas de revolucionadas o que poco aguante tenéis los jóvenes de hoy en día.

Salí de esto, pidiendo ayuda a quien realmente me podía ayudar: mi médico de cabecera y un psicólogo.

Simplemente, escribo esto, porque, si por desgracia, estas pasando una situación parecida a la que yo pasé, pidas la ayuda que necesites a las personas oportunas.

Y sí, por lo que sea, eres el familiar al que una persona le cuenta que está pasando por una situación así, ayúdale. No pienses que esta exagerando, simple y llanamente, necesita tu ayuda.