Mi hermana es generación Alpha y yo no la entiendo

Aunque parezca una locura en mi casa convivimos tres hermanos de distintas generaciones. Yo siendo la mayor y nacida en 1996, soy de esa generación que denominan “millenial”. Fuimos los primeros nativos digitales y hemos crecido ya con la modernidad tecnológica continua. Si bien es verdad, no podemos comparar los primeros móviles que nosotros tuvimos con los que posteriormente han venido. Pero hemos aprendido que la tecnología avanza a un ritmo imposible y nosotros debemos hacerlo con ella.

Somos una generación líquida que nos hemos ido adaptando y creciendo al mismo ritmo exponencial que lo hacía el mundo, estamos presentes en al mayor parte de las redes sociales y hay muchísimos creadores influyentes de esta generación. Hemos tenido Messenger, Fotolog y Metroflog, Tuenti, Facebook e Instagram. Hemos crecido escuchando música en el iPod, sin spotify descargándola o grabándola. Hemos visto crecer Youtube, y luego hemos visto nacer a Twitch. De pequeños, antes de empezar con el mundo digital, hemos jugado con las Bratz, los Playmobil pero también con las primeras Gameboy o PlayStation. Hemos tenido nuestros grandes fenómenos fans como fue Crepúsculo o Los Juegos del Hambre. Sin olvidar nunca esas sobretardes viendo Los Simpsons, para por la noche ver Padre de Familia, que tenía un humor mucho más adulto. Sin embargo, igual que les pasó a nuestros padres, aunque con mucha más espacialidad en el tiempo, las generaciones posteriores a nosotros han crecido rápidamente.

Llevándome solo seis años con mi hermano, siendo el del 2002 ya pertenece a una generación diferente, la generación V. Una generación que también ha nacido en los albores de la era de la digitalización, ha tenido la tecnología mucho más a manos desde el principio. Son mucho más impacientes, acostumbrados a tener toda la información que quieren al momento. Son la generación del “aquí y ahora”, donde prioriza mucho más el disfrute personal. Su mente no busca los sucesos lineales, está acostumbrada a esa fluctuación que es la red. Son una generación que ha crecido con menos prejuicios que sus antecesoras y que sentará las bases de algo distinto a lo anterior. Son personas creativas y muy centradas en el futuro tecnológico, con muchas esperanzas en él.

Finalmente, está mi hermana pequeña con la que me llevo quince años. Y aunque parece poco, en realidad es todo un abismo. Mi hermana nació en el 2010, dando inicio a la generación Alpha. No solamente es una nativa digital, sino que ha tenido Smartphone, tablet, ordenador desde muy pequeña porque lo ha usado en el cole. No ha tenido ningún problema con comprender como funcionan la tecnología y domina muchísimo más que yo. Se trata de la primera generación que no ha tenido absolutamente ningún referente analógico, por lo que no entiende muchas veces lo que le explico. Para ella todo es fácil si está conectado por un wifi y una pantalla. Eso también la hace impaciente en muchas cosas que no acaba de comprender. Ella no se relaciona como yo con mis amigas, ni siquiera utiliza las redes sociales para lo mismo yo. Muchas veces siento que no la entiendo, ni ella a mí. Está acostumbrada a emplear TikTok, y a ver clips cortos sin comprender la magia de una buena serie o película. Su entretenimiento es muy distinto al mío que solía jugar o ver películas, ella lee en su tablet, mira tutoriales o reviews o ensaña para TikTok.

Entre los tres hermanos surgen muchas discrepancias, y así como yo opino que mi infancia fue la mejor, sin tanta tecnología. Ellos opinan lo contrario. Mi hermana se aburre jugando con muñecas, pero, en cambio, sabe plagiar a la perfección un tutorial de maquillaje de Internet. Con doce años yo únicamente utilizaba Paint y Power Point, ella y mi hermano están acostumbrados a Photoshop, Prezzi, las herramientas de Google entre mil cosas más. Y quieras o no, te sientes desfasado. Mientras que yo fantaseaba con el vampiro Edward Cullen, mi hermana tiene como ídolos a jóvenes de TikTok de los que yo nunca he oído hablar. Y aunque intento ponerme en la onda, a veces me siento un poco perdida. 

No quiero pensar en cómo mis padres gestionan toda esa avalancha de información que supone vivir con tres generaciones tan distintas. Pues si ya sienten que yo soy un mundo aparte, les cuesta conectar con mis hermanos más jóvenes y mucho más avanzados. La verdad es que no sé que nos augura el futuro, ni si en verdad mi infancia y adolescencia fue mejor. Lo importante es aprender de las distintas generaciones. Pero sobre todo, valorar que las generaciones posteriores a la nuestra están creciendo sin tantos prejuicios, más limpios de moral y con menos etiquetas mentales.

 

Ainhoa Jiménez