A mi hermana siempre le ha gustado gustar. Yo diría que demasiado. 

Ambas somos mellizas. Ella es un bellezón, y yo más bien normalita. Hemos salido juntas toda nuestra vida y, como es de esperar, ella siempre ha ligado mucho más que yo. Algo que a mi nunca me ha importado, entendía que ella atrajese más a los chicos, pero lo único que no he logrado entender nunca es que, aun llevándose a todos de calle, sienta la necesidad de ser siempre el centro de atención de TODOS los hombres del lugar, incluidos novios, rolletes, hermanos o amigos de las allí presentes.

Ella tiene un alto y largo historial “delictivo” de levantamiento de churris a varias de nuestras amigas. Se ha enrollado con todo lo que han tocado ellas. Desde chicos que simplemente les atraían y fueron capaces de mencionarlo ese día, hasta novios estables de las mismas. Y claro, como es normal, hemos perdido a bastantes amigas. Y digo hemos, porque nosotras siempre nos hemos movido en el mismo circulo y hemos salido y tenido a los mismos amigos siempre, así que si dejaban de ser amigos de ella, dejaban de ser míos, porque ya se iban del grupo.

Yo siempre le he recriminado ese comportamiento, pero ella siempre ponía excusas de que eran ellos los que se les acercaban, de que ella no tenía compromiso con nadie y que no era su culpa, o que simplemente no era para tanto. Daba igual lo que le dijera. 

Lo que jamás me imaginé es que lo fuese a hacer también con su propia hermana.

Fui muy ilusa al pensar que, quizá, con los lazos de sangre y de amistad que compartíamos, yo estuviese exenta de sus “deslices”. Já.

No tardó mucho en actuar. 

Aparte de ser más normalita, yo también era bastante tímida, por lo que me costaba algo más relacionarme, en especial con los chicos. Hasta que conocí a Kike.

Kike era amigo de uno de nuestros amigos. Me encantó desde que lo vi, y él no tardó mucho en acercárseme. La cosa parecía bastante mutua. Ese primer día estuvimos hablando casi todo el rato, y yo salí más que encantada de aquella tarde.

Unos días después, Kike me agregó al Instagram y más tarde me pidió el whatsapp. Estuvimos hablando un mes, todos los días. Yo estaba enchochadísima y tenía muchas ganas de quedar con él, pero no lo habíamos hecho antes porque Kike era de un pueblo, y solo bajaba a la ciudad cuando se quedaba a dormir en casa de un amigo.

Un día, quedamos todos en irnos de botellón ese finde. Kike me dijo que iría también ese día, que se quedaría a dormir en casa de su amigo y que saldría con su grupo de amigos, pero que por supuesto allí nos veríamos. 

Yo no pude estar más feliz, y se lo conté a mi hermana, que estaba al tanto de toda la situación.  Ella se alegró mucho y nos pusimos a dar saltitos como dos pavas.

Llegó la noche y nos fuimos al bote. Yo no paraba de buscar a Kike con la mirada, ya que me había avisado de que también estaba allí, hasta que lo encontré. Él me vio también. Se acercó a nosotros y nos saludó a todos. Mi hermana se le acercó, en un falso intentó de buenrollismo, con cualquier excusa para hablarle. Le habló de mí, y luego fue desviando poco a poco la conversación, preguntándole cosas sobre él, etc.

Un rato después, Kike se despidió y dijo que volvía con sus amigos un rato. Me miró y me dijo que luego nos veríamos.

Mi hermana me sonrió y me dijo que le gustaba para mí, que se veía muy majo. Acto seguido, un chico al que ella estaba conociendo, le dijo que al final no vendría hoy. Y yo no sé por qué, pero le vi un cambio raro.

Al rato, dijo que iba a hacer pis y de paso a visitar a una amiga suya que estaba por la zona y que a mi no me caía muy bien, así que se fue sola.

Pasaron media hora, tres cuartos de hora, y no aparecía. Empecé a preocuparme, ya no sé si por dónde estaba o por lo que podría estar haciendo, porque algo me dio mala espina. Me separé del grupo y fui a buscarla porque no cogía el teléfono.

Después de un par de vueltas, la vi, hablando con Kike, ambos separados a un metro del grupo de sus amigos. Me mosqueé porque no sabía qué leches hacía allí con él, y fui directa a por ella, pero no me dio tiempo a llegar.

Ambos cogieron y se enrollaron. Me quedé muerta. Pronto fui presa de la ira y fui a agarrar a mi hermana del brazo. “¡¡¡¿¿¿Qué coño haces???!!!” le monté allí un pollo delante del chaval, que para mi evidentemente había muerto después de ese momento, y cogí y la saqué de allí casi a empujones. Ella puso cara de despistada, como de no entender qué estaba pasando, y casi se la vio sorprendida por mi reacción.

Sólo Dios sabe por qué no le metí un buen bofetón.

La pelea fue tremenda, y le dije todos los improperios que me vinieron a la boca en ese momento. Me fui a casa, aunque mis amigos me quisieron retener, pero no iba a estar compartiendo el espacio con ella. Me negué. 

Al día siguiente ella me dijo todo tipo de excusas baratas que, por supuesto no le creí, y más tarde me pidió perdón. 

Como era mi hermana, al final accedí a perdonarla.

Pero, por supuesto, esa no iba a ser la última vez. Ya os contaré.

 

Relato escrito por Juana la Cuerda basada en la historia REAL de una amiga