¡Hola a todes y todes!. Soy nueva en esto de escribir y compartir mis experiencias, así que espero que me tengáis suma paciencia y piedad 😊. El tema que vengo a poneros sobre la mesa es cuanto menos jugoso , en el que estoy segura de que muchas de vosotras os sentiréis identificadas y del que poco o casi nada se habla.

Pues si chicos y chicas hoy vengo a hablaros de la masturbación femenina , a lo que me contestaréis: “!Macurruku pero si la masturbación es de lo que más se habla en el mundo millenial!” , ay amigas mías, tenéis razón ,se habla hasta por los codos de la masturbación producida por nuestras preciosas manos de princesa o con nuestros celestiales succionadores y estimuladores varios. Peeeero hoy vengo a contaros que el ser muslona no solo sirve para ganarse unas buenas rozaduras en verano o para consumir la entrepierna de los pantalones cual monstruo de las galletas, no no no ….no, hoy vengo a contaros el secreto mejor guardado en la historia sobre los muslos grandes y vengo a hacerlo con mi propia historia, así que siéntense y cojan palomitas porque aquí empieza mi revelación.

Encontrábame yo en esos años mozos en los que no sabes muy bien si quieres jugar con las Barbies o ligar con Carlos de línea directa y en los que empiezas a usar sujetador porque quieres parecer mayor más que porque haya absolutamente nada que sujetar. Cuando una tarde mientras se escuchaba de fondo el maravilloso himno de “If you wanna be my lover” de las Spice me quedé extasiada pensando  en qué estaría haciendo el guapísimo Carlos y si me llamaría (porque para mí siempre fue una llamada muy real, ha habido llamadas de  tíos en la vida real que me han emocionado infinitamente menos que la de este ser virtual).

De repente, sin saber muy bien por qué ,me crucé de piernas y ….¡ups! Mis muslos que siempre me habían acomplejado sobremanera me estaban compensando con un gustirrín fuera de lo normal, cuanto más apretaba mis piernas más presión ejercían sobre mi templo del placer(“I wanna (Hey!), I wanna (Hey!), I wanna (Hey!), I wanna (Hey!) “)  y lo único que recuerdo después fue una explosión interior cual ave fénix, que me hizo ver el sol, las estrellas y hasta el Valhalla al ritmo de “I wanna really, really, really wanna «zig-a-zig», ah”

Me quedé muerta morida sin saber muy bien qué me había sucedido. Me costó un tiempecito entender que acababa de tener mi primer orgasmo, y todo gracias a mis muslos regordetes de la forma más discreta y limpia posible. Os podéis imaginar el beneficio que le he sacado a eso a lo largo de los años 😉.

¿Y tú, le das uso a esos muslos? 

Firmado: Macurruku