Hace algún tiempo, me propuse hacer más deporte para mantenerme sana. Fue uno de esos propósitos que te pones al principio de año y que, en cierta forma, sabes que no vas a cumplir porque vas a encontrar un millón de cosas más importantes que hacer. Sin embargo, me sorprendí a mi misma cumpliendo lo prometido. Hasta que pasé de mirarme a inspeccionar cada rincón de mí para intentar ver resultados casi milagrosos. Y ahí empezó la toxicidad: “si he hecho muchísimo deporte, ¿por qué no estoy notando nada?”

espejo

 

Cuando empezó la cuarentena, la obsesión fue a más. Tenia que lidiar constantemente con mi reflejo y con el sentimiento de inactividad absoluta que me empeñaba en ver reflejado en mi culo.  Comencé a hacer (como todo el país) vídeos de todas las gurús habidas y por haber y, poco a poco, dos o tres vídeos se me hacían insuficientes porque mi pensamiento de “solo comes”, “no estás haciendo nada” o “estás echando culo” subían el volumen cada vez más. A pesar de saber que me estaba metiendo en un circulo peligroso, no frené. Seguí metiendo caña a mi cuerpo porque me aterraba reencontrarme con alguien y que pudiese pensar que me había dejado y que había cogido algunos kilos. Al fin y al cabo, cuando te metías en redes sociales, si todo el mundo parecía muy feliz haciendo ejercicio en su casa ¿por qué yo no?

 

A todo esto, se le sumaron contracturas, dolores de espalda, piernas temblonas y mucho dolor. No, seguí sin frenar. Ponerme a hacer ejercicio era un suplicio, un martirio y no sabía qué estaba fallando. Seguía mirando las redes sociales y seguía aumentando la presión de que todo el mundo lo estaba haciendo y que, si yo paraba, entonces dejaría de hacer algo conmigo misma y no sería productiva.

superacion

Y entonces, tras mucho amor-odio con lo que estaba haciendo, me dí cuenta. El deporte es necesario, pero cuando tu motivación eres tu y no los demás. Es divertido cuando lo haces porque quieres y no porque sientes que debes hacerlo si quieres encajar entre esa “multitud” llamada redes sociales. El deporte sirve para descargar adrenalina y no para meterte más presión. Y lo entendí ¿de qué me servía hacer quinientos videos si los hacía mal porque me apetecía más cualquier cosa en el mundo que plantarme las mallas?  Hazlo por ti. Por tu bien estar y amor propio, porque lo importante es que, cuando te mires al espejo, veas que lo que más brilla de tu cuerpo, es tu sonrisa de orgullo y eso, también debes entrenarlo.

Rocío Torronteras (@rocio_tor16)