Mi hermano es homosexual, siempre lo ha sido y es probable que siempre se identifique como tal, porque es algo que siempre ha sido parte de él.

Y no es algo que necesitemos gritarlo a los cuatro vientos, pero este año me he sentido más orgullosa de él que nunca.

Os pongo en situación, mi hermano siempre ha sido el típico hermano mayor petardo. Bueno, petardo no, era y es un hijo ejemplar. Se le daban bien los deportes, sacaba muy buenas notas y siempre ha sido muy amable y cariñoso. No es por desmerecer la herencia genética, pero además, es el más guapo de la familia, sin duda alguna.

Vamos, que a mí siempre me comparan con él y no precisamente para bien.

Mis padres vienen de un entorno muy conservador y católico, para ellos la homosexualidad no es una normalidad, es una enfermedad, un trastorno siquiátrico, una peste.

Y yo, desde que era adolescente, siempre supe que a mi hermano le gustaban los chicos. Sólo éramos dos y nunca me lo dijo ni se lo pregunté, pero era algo obvio. Supongo que lo fui intuyendo poco a poco, porque hacíamos piña y nos contábamos todos. Yo nunca le di mucha importancia hasta que llegó aquel día en el que la extrema derecha se manifestó porque los homosexuales iban a poder casarse.

Nunca habíamos visto a nuestros padres opinar tan duramente sobre las preferencias sexuales o emocionales de un colectivo. Es más, ellos mismos fueron allá por 2005, a manifestarse para que el colectivo homosexual no tuviera derecho a contraer matrimonio.

Nosotros nos entendíamos nada, yo conocía a mi hermano, una de las personas más románticas que conozco y sabía que una de sus ilusiones sería formar una familia con el amor de su vida. Y nuestros padres se enfurecían ante la idea de que personas como mi hermano pudieran ser felices.

El caso, que tanto yo como mi hermano sabíamos que él era y es homosexual pero que nuestros padres jamás lo sabrían.
Como maldito perfecto ser humano que siempre ha sido, acabó su carrera universitaria con muy buenas notas y le ficharon en una gran empresa en Madrid, para que la que, sigue trabajando.

Entonces él se fue y me dejó sola en aquel nido de incomprensión y falta de empatía.

Fueron pasando los años y yo iba teniendo parejas, pero mi hermano nunca hablaba de ninguna chica. Mis padres siempre preguntaban, pero él se inventaba historias varias con tal de salir del paso.

Me rompía el corazón ver como mi hermano perdía parejas con las que se sentía pleno, por el simple hecho de que era incapaz de dejar de esconder esa parte de él.

No quería que nadie le viera en actitud cariñosa con nadie, ni que nadie viera fotos de él con sus parejas. Y en un par de ocasiones perdió a personas increíbles porque su miedo era tan grande, tenía tanto terror a que de alguna manera nuestros padres llegaran a enterarse, que mantenía a sus parejas escondidas.

Y claro, eso no le gusta a nadie.

Hemos llegado al punto de que yo tengo 36, tengo ya dos niños y el tiene 40 años y sigue oficialmente soltero.

Pero este año, mi hermano le ha echado un par de huevos y se ha venido a pasar la navidad, con su pareja.

Y lo mejor de todo es, que lo ha hecho con la normalidad que el asunto se merece. En vez de quedarse en casa de mis padres se ha quedado en la mía y el día de Navidad avisamos que él había traído a su pareja.

Claro mis padres no sabían ni que tenía pareja. Pero tampoco les dimos mucho tiempo a elucubrar, les avisamos el 24 y el 25 allí fuimos toda la tropa.

La reacción fue la que esperábamos, nuestros padres se quedaron de piedra.

A menudo mis padres me pillaban por separado para preguntarme e interrogarme acerca de lo que estaba pasando. A lo que yo les contestaba “No pasa nada, ha venido con su chico al igual que yo he venido con el mío ¿Por qué hacéis drama donde no debería haberlo?”

La comida fue incómoda, muy incómoda y no puedo explicaros la cantidad de barbaridades que estoy oyendo a mis padres estos días. Quiero creer que es un shock temporal y que se acostumbrarán, porque mi hermano sigue siendo el mismo tío que siempre ha sido: inteligente, brillante, cariñoso, empático, magnético, social…

Parece que ahora que han descubierto que su hijo (mi hermano) es homosexual, ha dejado de ser todas esas cosas que hacían que ellos le viesen como la gran persona que es. Lo cual es muy triste y muy lamentable.

Parece que ya no es ni inteligente ni trabajador ni guapo, ahora sólo es homosexual y eso le convierte en un ser terrible.

En fin, no puede llover a gusto de todos y aunque les lleve tiempo, solo espero que sepan volver a aceptar y a conocer a la gran persona que tienen como hijo y que se les quiten todas esas barbaries de la cabeza.

Lloverá mucho hasta que se tranquilicen y claro, yo vivo cerca de mis padres y me toca oirles. Y que quereís que os diga, es muy duro. Pero al menos, aunque mi hermano se imagine lo que se está diciendo, él está por fin, feliz y orgulloso de ser quien es.

Mi hermano es homosexual y es mil cosas más que también le definen.

Yo estoy inmensamente orgullosa de él porque ha tenido que ser muy valiente para hacer lo que ha hecho estas Navidades. Ojalá lo hubiera hecho antes, pero mira, nunca es tarde.

Anónimo

Envía tus movidas a [email protected]