Todavía recuerdo el día que nos conocimos. En ese momento pensé que no podíamos ser más diferentes uno del otro. Incluso recuerdo haberlo confesado meses más tarde, culpándome a mí misma por dejarme influenciar por estúpidos prejuicios que lo único que consiguen es que te pierdas a gente maravillosa. Porque si hay algo que he aprendido durante estos años, es que necesito que tengas mis mismas ganas, no mis mismos gustos.

No me importa que a ti te guste el Heavy metal y a mí el reggaeton. No compartiremos cuenta de Spotify, pero me llena que siempre tengamos las mismas ganas de bailar juntos. Sea cual sea la música que nos acompañe.

Me da igual que tú seas un carnívoro empedernido y yo me haya vuelto vegetariana. Siempre y cuando nunca perdamos las ganas de querer compartir juntos el placer que nos da disfrutar de una buena comida. 

No me molesta que tú seas nocturno y yo sea diurna. Me sirve que siempre tengamos ganas de encontrarnos a lo largo del día y no sacrifiquemos nunca nuestras tardes de domingo de peli, sofá y manta.

Me da igual que yo sea una loca de las películas de Navidad y tú un friki de las películas de ciencia ficción. Lo que más me suma es que compartamos las mismas ganas de sentarnos uno junto al otro y disfrutar de ese momento. Aunque tú te desesperes con lo empalagoso de mis películas y yo no entienda ni la mitad de los mundos estrambóticos de las tuyas.

Benditos planes de Domingo

No me importa que yo sea un torbellino andante que no para ni un momento y tu seas todo paz y tranquilidad. Aunque a veces nos desesperemos, me gusta que nunca perdamos las ganas de respetarnos y darnos nuestro propio espacio sin intentar cambiarnos uno al otro.

No me importa que cuando discutamos, a ti te guste hablar las cosas al momento y yo en cambio, necesite alejarme y esperar a que se me pase el enfado. Al final lo que suma es que ambos compartamos las mismas ganas de querer solucionarlo y seguir remando juntos en la misma dirección.

No me molesta que tú seas más de montaña y yo sea más de playa, siempre y cuando compartamos las ganas de encontrar siempre un término medio para estar juntos. Y seamos sinceros, siempre nos quedará la Costa Brava.

No me importa que tú creas en el amor eterno y yo en cambio, sea de esas personas racionales que no creen que dos personas puedan estar juntas toda la vida. Me llena que ahora mismo y en este momento, los dos tengamos claro que estamos con la persona con la que queremos estar y tengamos las mismas ganas de construir un proyecto juntos.

Me da igual que gestionemos de forma diferente nuestras emociones. Yo necesito espacio y tú, en cambio, más acercamiento que nunca. Quizás parecemos muy diferentes entonces, pero lo que realmente nos une son las ganas de seguir construyendo lazos emocionales sanos entre nosotros.

No siempre nos entendemos. Discutimos, nos equivocamos, perdemos la paciencia y nos desesperamos. Pero de lo que estoy segura, es de que ambos queremos que esto de funcione. Y ahora mismo, lo que necesito es que tengas mis mismas ganas, no mis mismos gustos.