La sociedad está cambiando, de esto no cabe la menor duda, y ya es toda una realidad que muchas de las cosas que hace años considerábamos impensables son hoy de lo más normal. Antes reservábamos mucho más nuestra vida para los más cercanos, aireábamos muchísimo menos nuestras inquietudes y, por supuesto, intentábamos mantener a los niños al margen de todo lo que conllevaba tratar con desconocidos.

Sí, las relaciones sociales han dado un giro de 180º, y a ellas se han unido unido también nuevas formas de comunicarnos y mostrar al público cada pequeño paso que damos en nuestro día a día. Desde fotografiar cualquier plato de comida antes de devorar, hasta no tener reparos en sonreír a una cámara mientras nos dan contracciones pre-parto. Y dentro de esta vorágine de fotos, instapics y hashtags surge un gran dilema, ¿incluimos o excluimos a nuestros hijos de toda esta revolución?

 

No son pocas las mujeres que se suman a ese nuevo gremio de mamás influencers hoy en día. De pronto tienes un churumbel y florecen millones de ideas e inspiraciones para generar contenido en cualquier red social. La maternidad nos abre las puertas a un mundo nuevo y, muchas veces maravilladas por todo ello, descubrimos a la sociedad la intimidad de nuestra casa para mostrar cómo sobrellevarlo (o cómo no hacerlo). La cuestión entonces es que esa pequeña musa y fruto de toda esta inspiración es el bebé, que sin comerlo ni beberlo se convertirá en protagonista de un nuevo y jugoso proyecto.

Muchos desde el mismísimo día del parto, otros un poco más creciditos… De un modo u otro no son pocos los peques expuestos a un canal de Youtube o a una cuenta de Instagram, que viven ya su día a día acostumbrados a ser grabados o fotografiados constantemente. Niños por los que pasarán los años y deberán adaptar su adolescencia y madurez a ese espacio que, en algunos casos, es el trabajo profesional y sustento de la familia.

bañarte con tus hijos

Ya se conocen casos de menores que han reclamado formalmente a sus padres por haber exhibido su infancia en las redes sociales sin su consentimiento, y lo cierto es que por ahora la vía judicial parece haberles dado la razón… La verdad es que sin necesidad de ser youtuber ni influencer muchas somos las que publicamos a diario imágenes o vídeos de nuestros hijos sin pensar en si ellos estarán o no de acuerdo con ello. Puede que dentro de una década los juzgados del mundo se colapsen por culpa de las demandas de millones de chicuelos indignados y nosotros entonces nos echemos las manos a la cabeza del susto.

¿Y qué me decís de la seguridad?

Respetar la privacidad de los menores, por supuesto, pero aquí también entra en juego la horrible cantidad de delincuentes que visitan según qué perfiles a través de cuentas falsas. La Policía avisa constantemente de los peligros que conlleva esta sobreexposición: informar minuto a minuto de dónde vamos a estar, con quién e incluso dónde estarán nuestros pequeños. Pero muchos, como buenos seres inconscientes que somos, hacemos caso omiso y continuamos con nuestras vidas de piruleta en las redes sociales del algodón de azúcar donde nada malo puede ocurrir.

Hasta que un buen día te comentan que unos desconocidos han parado por la calle a tus hijos, sin estar tú presente, sin malas intenciones pero provocándote una intranquilidad y un miedo que nunca antes habías sentido. Porque de repente te das cuenta de que esa intimidad que pensabas tener no existe, porque las redes sociales lo molan todo pero no son pocos los que les dan el peor uso del mundo, y quizás porque nosotros como adultos tenemos la responsabilidad de proteger a nuestros peques de todos esos peligros. Empecemos a pensar un poco más en ellos, en su futuro.