No creía en el intercambio de energías en el sexo hasta que lo viví

 

Había leído por ahí que hay que llevar mucho cuidado con quién nos acostamos porque se produce un intercambio de energías pero claro, no me lo creí e hice caso omiso. Nadie a mi alrededor me había comentado que lo hubiese sentido, hasta que lo viví en mis propias carnes.

 

Siempre he sido una persona responsable, alegre, sociable y diría que hasta sana mentalmente en cuanto a que no le daba vueltas a las cosas o a lo que los demás me decían. No buscaba dobles sentidos ni veía malas intenciones detrás de comentarios. Yo veía a las personas según me transmitían. Pero todo cambió cuando empecé una no relación con Pedro. Conocía a Pedro desde el instituto y éramos amigos pero no íntimos. Era bastante diferente a mí: no estudiaba y tampoco trabajaba, solo fumaba porros todo el día, mientras que yo hacía las dos cosas y además era voluntaria los fines de semana en una asociación. Después del confinamiento iba bastante a su casa, donde nos juntábamos con otros amigos. Yo llevaba años fumando porros pero no me influía en mis responsabilidades.

Empezó a tirarme la caña y yo, que tenía ganas de intimar con alguien y no veía posible conocer a otros chicos, me dejé llevar. Nos lo pasábamos muy bien juntos y podíamos tirarnos horas en la cama cada semana. Y empezó mi transformación. Me borré tanto que ya no quedaba nada de la chica que era antes. Dejé de trabajar para supuestamente dedicarme solo a estudiar, pero no lo hacía en realidad. Mentía a mí alrededor porque claramente me avergonzaba de estar sin hacer nada. Vivía sola porque con lo que había ahorrado trabajando tantos años me lo podía permitir, así que era muy fácil hacer lo que me daba la gana. Me acostaba a las tantas, comía fatal, fumaba por la mañana y después de comer y dormía la siesta hasta mitad de la tarde. Por la noche me iba a casa de Pedro o me quedaba fumando otra vez. Vamos, que me pasaba el día fumando en el sofá mientras veía la tele y comía. Había dejado de leer también y de quedar con mis amigas.

Otra cosa que noté fue el empezar a malpensar de los demás. Donde antes veía una broma entre amigos con confianza ahora, se metían conmigo. Pensaba que los demás me usaban, me mentían y que en realidad no les importaba. Me volví pesimista, cuando yo siempre había sido todo lo contrario. A veces me paraba a pensar cómo había llegado a cambiar tanto en tan solo un año. Me preguntaba dónde estaba esa chica que había sido durante más de 25 años. La echaba de menos porque me gustaba cómo era. Y caí. Lo vi en mí. Vi que todas estas cosas nuevas que estaba siendo eran características de él. Me acordé del intercambio de energías y supe que era eso. Así que lo dejé, y menos mal.

 

Ha pasado un año y medio desde aquello y siento que estoy volviendo a ser yo, por fin. Vuelvo a estar bien con los demás, a confiar en ellos, estoy estudiando cada día, estoy leyendo, pude dejar de fumar y he recuperado la alegría y el optimismo. Si algo he aprendido de esto es que antes de meterme en la cama con alguien quiero conocerlo bien, y que no me voy a acostar con cualquiera solo por atracción si sus valores no coinciden con los míos, porque me prefiero a mí, me elijo a mí por encima de todo.

 

Cora C.