Algo que parece que las mujeres llevamos a fuego y desde bien pequeñas, es el hecho del ser las eternas “cuidadoras y salvadoras” y cuando se trata de nuestras parejas, mejor que mejor.

Esto, claramente tiene un fuerte factor cultural, donde se nos hace creer que nosotras tenemos una serie de características especiales, que parece que ellos no tienen.

Como es, sin duda la gestión y la vivencia de las emociones, dejándolos a ellos casi por “lisiados emocionales”, donde viven en este mundo desvalidos y sin saber cómo gestionar las grandes crisis o problemas de su vida.

Es entonces cuando aparecemos nosotras, raudas y veloces, a ayudar a nuestros nuevo ligue, amante, follamigo, novio, marido, etc. Y sin darnos cuenta hacemos algo muy peligroso: hacernos cargo de lo que les pasa a ellos y lo volvemos nuestra responsabilidad.

El bienestar emocional de cada uno es RESPONSABILIDAD de cada persona. Esto no quiere decir ni mucho menos que si mi pareja está pasando por un mal momento le deje de  lado y que se busque la vida, NO.

Quiere decir, que cada persona tiene que hacerse responsable de forma activa de su situación, de sus problemas y sobre todo de la solución, aunque tengamos ayuda o la necesitemos en ciertos momentos, no echo todo el peso en otra persona.

 

Pero es que en ocasiones somos nosotras las que nos echamos esa responsabilidad a cuestas, y esto no solo nos traerá problemas, si no que nos cargará de sufrimiento y frustración.

Mucha mucha frustración.

 

Porque en ocasiones intentamos que la otra persona mejore o tome decisiones que según nuestro punto de vista le harán mejorar, pero o la otra persona no es capaz o directamente (y esta sí que pasa mucho) no le da la gana de cambiar.

Y es entonces cuando nosotras nos vemos ahí, dándonos de cabezazos contra un muro, desviviéndonos por un proyecto que no es el nuestro, ni es nuestra responsabilidad ni nos lo han pedido.

Esto suele suceder mucho en relaciones que están empezando, llevamos pocos meses con esa persona y ya empezamos a ver cosas que no van bien, y lo convertimos en nuestro proyecto.

Es cuando nos vemos en una relación que no tiene realmente las cosas que nosotras necesitamos, no nos hace el caso que queremos o como nos gustaría, tiene gestos feos y cosas que no nos termina de cuadrar, pero siempre encontraremos una excusa y una forma de justificarle, porque pobrecito “lo está pasando mal”.

Los “pobrecitos” de esta vida me parecen de lo más peligroso que nos podemos encontrar.

Porque por un lado están las personas que lo están pasando mal por algo en particular y los que se aprovechan del “lo estoy pasando mal para tratarte como le de la gana.

Por eso, si una persona está en un mal momento de su vida, lo suyo es que sea honesto contigo y que priorice su recuperación, pero, y más si os acabáis de conocer, esa recuperación no te corresponde a ti.

Si ya lleváis mucho tiempo, me parece genial que las parejas se apoyen mutuamente y sean un equipo, y está claro que la otra persona será un pilar importante para esa recuperación, pero todo dentro de un límite. Ya que hay veces que el malestar del uno puede terminar hundiendo al otro.

Si tu pareja está pasando realmente por un mal momento, deberá pedir ayuda profesional para que le ayuden a gestionar todo esto, ya que tu función es la de acompañar no la de sanar.

Y lo más importante, entender que el malestar de nadie, no le da derecho bajo ninguna circunstancia en tratarnos mal o despreciarnos de ninguna forma, y si esto está pasando en tu relación (tanto si es reciente como si lleváis media vida) es hora de salir de ahí.

Aprendamos a priorizar nuestro bienestar y no nos responsabilicemos del de los demás, y entender que por muy mal que alguien lo esté pasando no le excusa para tratarnos mal, jamás.

Aida Vallés Psicóloga especializada en Sexología y Terapia de Pareja

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