No sé si os sucede lo que os voy a contar, pero para mí es una situación bastante recurrente. La verdad es que en mi vida he tratado de forjar relaciones intensas, es de lo que me he preocupado. No me he propuesto jamás tener relaciones largas, porque siento que por lo general termino aburriéndome muy rápido. Dentro de todas esas interacciones, me ha tocado lidiar con toda clase de personas; desde hedonistas y egocéntricos, sociópatas, inseguros y alguno que otro buen ser humano con el que me he esforzado por seguir en contacto a pesar de que las cosas no se dieron como esperábamos. 

Hace unos cuantos años me comencé a dar cuenta de un patrón que se repetía una y otra vez luego de un tiempo prudente de alejarme de ciertas personas; siempre volvían, sin más. Me encontraba revisando mis redes sociales y pum que me aparecía una solicitud de un tío con el que había follado hace 5 años, y siempre me picaba la curiosidad por saber de qué iba eso, volver al contacto como si nada, como si no hubiésemos tenido suficiente el uno del otro. Me he puesto a pensar que quizá soy una de esas chicas raramente atractivas a las que los tíos no pueden olvidar tan fácil, pero qué va, son puros rollos, lo que pasa es que ellos ya me conocen. Estoy muy segura que los polvos tienen que haber sido muy buenos en la mayoría de los casos, y quizá el recuerdo de ese goce los atrae de nuevo a mi panal, pero es que yo no estoy para jueguitos del corre que te pillo; si ya te corté, pues es eso y no vuelvas a buscar nada, porque no soy la clase de chica que vuelve a su rastro. 

Este fin de año fue el caos; algo que en verdad no me explico, pero es que en ninguna circunstancia. El 30 de diciembre, ese día en particular, recibí tres notificaciones de tíos con los que me había relacionado, pero es que mucho tiempo atrás, y son historias que fueron vagamente importantes, nada que yo pudiese decir que trascendieron o que recuerde con algo de entusiasmo. Lo que pasa es que, si sólo hubiese sido uno, bueno, es algo con lo que yo podría lidiar y no pasa nada, que le hablo y le pregunto cómo está y todo bien hasta ahí, pero que de pronto, en un mismo periodo de tiempo se me suban los fantasmas por los pies, es que es de lo más raro.

Mi estrategia fue simplemente preguntar qué se les había perdido, o sea, está bien, te puedo saludar y tal, pero que ni piensen que yo quiero volver a comer de ese plato, que para mí pesar no era tan sabroso como yo desearía. A uno lo tuve que bloquear porque se pasó de revoluciones; se me insinuó de manera descarada y asquerosa, y no tía que eso no se hace, eso es para realmente desesperados y se huele en el aire el fracaso. Cuando un tío se te insinúa tan directamente, lejos de atraer, da asco, al menos eso me pasa, no se me enciende, pero es que ningún cerillo. 

Lo que me puso a analizar, de manera más profunda, es el por qué esas personas con las que a penas alcancé a tener un par de citas tienen el deseo de volver, porque si las cosas no funcionaron en ese punto, qué podría ser diferente ahora. Por lo general, en mis relaciones más largas no he tenido ese problema, de que venga a los años a pedirme otra oportunidad, yo creo que es porque en verdad terminé por fastidiarlos hasta el último aliento. No se puede volver a donde realmente exploramos todo, o casi todo. Yo creo que es la expectativa de conocer más, de acordarse de pronto de algo bueno, porque en un par de citas no descubres nada, es sólo la emoción la que juega. De cualquier forma, no estoy interesada en reencontrarme con fantasmas del pasado, soy una mujer tajante en ese sentido, si no funcionó entonces, no esperes que lo intente de nuevo ahora. 

Supongo que las notificaciones seguirán llegando cada cierto tiempo, pero nada, ya tuve suficiente de ese tren, me bajo y ya no vuelvo a subir. Ahora estoy enfocada completamente en mí y en mis proyectos, y si quiero un buen polvo, pues tengo al tío perfecto al que le marco y siempre está disponible para mí. 

 

Marina Keller