No puedes adoptar porque eres pobre

 

Hace tres años mi chico y yo decidimos entrar en el misterioso mundo de las adopciones, y digo misterioso porque si buscas por internet, realmente hay poca información real, y en foros y demás hay muy poca gente contando su experiencia, cosa que nos llamó mucho la atención.

No sabíamos nada del tema, así que comenzamos investigando por internet, llamando por teléfono a las distintas administraciones, a varias asociaciones… Cualquier lugar o institución donde pensáramos que nos podían dar un poco de luz sobre el tema, allá íbamos.

No teníamos problema en realizar una adopción nacional o internacional, por lo que todo nos interesaba y queríamos estar bien asesorados antes de comenzar el proceso.

Los descubrimientos y el proceso fueron cuanto menos interesantes, pero eso es otra historia que si queréis otro día os cuento con calma.

Me salto algunos pasos para llegar a la idoneidad. Antes de ser apto para la adopción necesitas que un psicólogo y una trabajadora social te den de paso (entre otras cosas). 

Nunca olvidaré la primera visita a la psicóloga. Estaba ella en su mesa sentada, y mi chico y yo frente a ella pero a bastante distancia (eran tiempos de covid) cuando entró la trabajadora social en el despacho (nunca antes habíamos visto a ninguna de las dos), con prisa porque llegaba tarde, con su bolso al hombro agarrado con la mano izquierda también a la altura del hombro, que entra en el despacho, nos mira y lo primero que nos dice, antes de saludar y demás, es “vosotros sois pobres“. 

¡¡Y se queda tan ancha!! 

En ese momento casi me da un pasmo. Mi chico, que sabe que suelo ser de mecha corta, me da la mano para tranquilizarme, y él le contesta con un “buenas tardes“.

La psicóloga que se percata enseguida de la situación y que se debió de quedar tan sorprendida como yo, enseguida nos echa un capote y le dice “Eso son cosas que tendréis que hablar en otro momento porque a mi no me interesan y no hemos venido a eso“.

La trabajadora social le sonríe y le dice “sí sí, pero son pobres“.

Yo quería morirme y que la tierra me tragara de paso. 

Mi cabeza solamente se preguntaba cuánto dinero hace falta para adoptar a un niñ@, y por qué íbamos a seguir con la reunión si ser pobres ya nos impedía adoptar.

Salí de ese despacho destrozada, dando vueltas a la cabeza, y escuchando allá donde mirara ese “sois pobres“ que me dejó tocada y hundida.

¿Hacía falta tan poca empatía? ¿Y tú te haces llamar trabajadora social? La verdad es que pase el tiempo que pase nunca olvidaré cómo nos miró , con esa cara de superioridad, y ese tono con el que se dirigió a nosotros.

El caso es que tuvimos suerte y fuimos pasando pruebas, como os he dicho anteriormente, un día puedo contaros todo con detalle porque tiene tela…. y llegamos al último día, que en nuestro caso fue la visita del domicilio, y que lo hizo la misma trabajadora social del “sois pobres“.

A todo esto, decir que nosotros en todo momento fuimos respetuosos con ella, aunque no se lo mereciera, porque lo que queríamos por encima de todo era adoptar, y claro si te pones a malas con ella, lo tienes perdido.

Vio la casa, los alrededores, cada habitación … y se vino al salón con nosotros y nos dijo “Me gustáis vosotros, me gusta la casa, pero hay un problema insalvable y es que cobráis poco, en concreto tú (y señaló a mi marido)“.

Yo no daba crédito porque en las nóminas que le enviamos, casualmente mi marido estaba ganando más que yo , entonces no entendía nada. (En nuestro trabajo hacemos guardias y demás, y no todos los meses cobramos lo mismo).

Me enfadé mucho, porque ya lo teníamos todo perdido y le dije que eso era mentira, que si no le gustábamos lo dijera pero que no buscara excusas. 

Ella me dijo que era la verdad, que la nómina de él era muy baja, y así entramos en un bucle tanto ella como yo de reproches varios, hasta que fuera de mí le exijo ver la nómina a la que se refiere.

Ella muy altiva la saca, y en ese momento yo me quedo en shock. Mi cabeza empieza a dar vueltas y a pensar más rápido de lo que puedo verbalizar.

La mujer me pone encima de la mesa una nómina, y rodea una cifra. 

“¿Ves?“- me dice.

Yo me pienso que es una broma de mal gusto, que se está riendo de mí, pero como os digo los pensamientos se me agolpaban en la cabeza y no era capaz de frenarlos ni de soltar palabra. 

Entonces mi chico, siempre más cauto y tranquilo que yo, le explica que la cifra que ella ha rodeado no es su sueldo sino que es otro concepto, y le remite al apartado donde pone “salario neto a percibir“.

Si chicas, la nómina era tan difícil de descifrar (entiéndase la ironía), que ponía salario neto a percibir, pero ella ni lo había mirado, se había obcecado con otra cifra y nos daba como no aptos para adopción.

En ese momento, nos pidió perdón, y me dijo a mí que menos mal que había insistido en ver la nómina, que sino nos quedábamos sin nada.

Yo solo quería llorar de la rabia y echarla de mi casa, pero es que encima tienes que poner buena cara y aguantar lo que te digan porque son ellos los que deciden.

Muchas me diréis que no lo habríais aguantado, que habríais denunciado, que la habríais mandado a la mierda…. y os aseguro que por ganas no fue, pero prevalecían nuestras ganas de ser padres en ese momento.

Pudimos seguir adelante con el proceso, pero de verdad que nunca olvidaremos cómo nos trató, su desprecio y su superioridad moral. Porque en nuestro caso al final mi pareja cobraba más de lo que ella pensaba, pero de no ser así, tampoco hubiera sido justo ese trato bajo ningún concepto. Ella no es superior a nadie porque cobre más o menos… la administración a veces tiene trabajadores que se creen dios, y habría que bajarlos de la nube.

¿Tú que hubieras hecho en nuestro lugar?

Xana