Si andas entre los ventipocos y los cuarenta y pico apostaría a que tienes pasaporte y le has dado buen uso o que te sabes de pe a pa todas las rutas de Ryanair.

Y es que una de las cosas que más preocupa a los que estamos en la bendita juventud, es viajar.

Motivos hay varios, que van desde el ocio a la mejora laboral, donde incluiría el de porque no quedan más cojones.

Lo de hacer las maletas para vivir nuevas experiencias, conocer otras culturas y enriquecerse de aprendizaje es algo que empezó siendo una opción muy guay pero que ya casi se ha impuesto como una obligación social como bien explicó Anna Hernández en su post.

Otras veces lo de dejar cajones y perchas vacías es para algo más que un par de meses y sin billete de vuelta. Algunos se marchan a la aventura buscando mejorar su carrera profesional y con la esperanza de ser más valorados en el extranjero; otros simplemente buscando tener una, guiados por la desesperación de estar más parado que el barco de Chanquete.

 

Aún así los motivos por los que uno empieza a mover el culo de aquí a allá quizás no sean tan importantes como el por qué uno no lo asienta.

Si has hecho un viaje o dos, con vuelta o sin ella, hasta ahí bien. Que sí; que nos conocemos el síndrome post vacacional o también llamado la putada de volver al mundo real; pero, ¿ y si con lo qué te quedas es con la necesidad de huir de ese mundo real lo antes posible ? Aquí nos metemos en vereda.

¿Después de un viaje te sientes más desconectado de tu origen o raíces? ¿has emprendido la búsqueda de “tu lugar”? ¿no te sientes de ningún sitio? Pues amichi, tengo una buena noticia y otra no tanto: lo que sientes no es para nada raro y no estás solo; y la otra noticia es que a esto se le conoce como Síndrome del eterno viajero.

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Con esa misma cara me quedé yo al saber que esto es un síndrome pero, ¿y de qué va esta movida?

Pues va de que el pobre que se pasa haciendo y deshaciendo maletas continuamente vive en la eterna insatisfacción y su próximo movimiento cree que le dará la felicidad que tanto busca.

ERROR.

 

Aunque casos hay miles y no todo el mundo se traslada a vivir a otro lado porque no encontró lo que buscaba en el actual; vivir en el ciclo sin fin, como diría el Rey León, de las altas expectativas y las grandes decepciones es agotador. Y es que a veces (muchas; demasiadas), tendemos a culpar al exterior de nuestra infelicidad y la mayoría de las veces (casi siempre) la solución está en nosotros mismos.

Si compramos la moto de “la culpa es de este trabajo de mierda que tengo”, “la ciudad en la que vivo no es mi rollo” o cualquiera del estilo, tendremos el resorte listo para hacer de nuevo las maletas y volver a empezar de 0 pero estar reseteando tu vida continuamente, ¿cuánto tiempo crees que lo aguantarás?

En resumidas cuentas, si te identificas con esto del Eterno viajero, plantéate si en algún momento quieres parar y echar raíces en algún lado y si la respuesta es sí simplemente hazlo, sin importar donde, porque nunca existe el lugar perfecto, el momento perfecto ni el nada perfecto ya que la vida es precisamente imperfecta.