Hace unos añitos estaba muy metida en páginas de internet para conocer gente. Me costaba ligar en persona ya que era un poco tímida y me faltaba calle. Así que esos mundos me ayudaban a hablar sin complejos.
Allí conocí a un chico bastante majo. Se le veía cariñoso y además era un cinéfilo como yo, por lo que pasábamos horas conversando de forma fluida. De primeras, nuestros chats eran solo amistosos, pero con el tiempo empezamos a preguntarnos cosas más intimas hasta que llegó un momento en el que empezamos a hacer sexting de forma continuada.
Por supuesto nos mandamos fotos y me pareció un chico mono, no el típico Adonis, y eso me daba igual. Según él, yo le encantaba físicamente.
Particularmente estaba deseando que llegara la noche para que este chico y yo diéramos rienda suelta a nuestro lado más perverso y nos hiciéramos disfrutar hasta el clímax.
Los dos nos dimos cuenta de que no era solo sexo, nos teníamos mucho cariño y necesitábamos hablar diariamente. Empezamos una relación online. Vivíamos a unos 200km y no nos habíamos podido ver en persona, pero no lo necesitábamos para saber que sentíamos algo el uno por el otro. Aún así, yo le insistía en quedar algún finde y por fin conocernos. En su caso, siempre me decía que no había prisa y siempre tenía una excusa para no quedar. O tenía que estudiar, o se iba a pasar el finde con sus tíos a la sierra, o cualquier cosa, la cuestión es que nunca podía y tampoco proponía fecha buena para él.
Llegó un momento en el que tanta negativa me mosqueó. Me estaba ilusionando mucho con este chico, pero veía que no tenía demasiado interés en conocerme, o eso pensé. Le presioné un poquito para ver si así me decía una fecha para vernos, le dije que me estaba apagando por no poder conocernos en persona y que necesitaba eso para seguir igual. Él me dijo que esa noche hablábamos para poner fecha, pero la noche llegó y no me habló. Esperé unas horas y al ver que no recibía ningún mensaje, le fui a escribir.
Para mi sorpresa, no podía ver su foto de perfil y mis mensajes no le llegaban. Me había bloqueado. No podía creerlo, por todas las cosas que me decía, veía que estaba ilusionado al igual que yo. Intenté llamarle, pero también había bloqueado las llamadas. A los días volví a meterme en la página donde le había conocido para ver si lo pillaba allí, pero no había rastro. Sin embargo, empecé a hablar con una chica que estaba conectada, y como estaba bastante desesperada y triste, le conté lo sucedido. Al contarle que me había hecho ghosting nivel Pro, me preguntó si no me importaba que le diera su número, y al dárselo me dijo que ella también había estado hablando con ese chico hacía un año. Que el proceso había sido el mismo y que investigando al no saber de él, se enteró de que era un catfish en toda regla.
El chico no era el que decía ser y el que enseñaba en fotos. En realidad, pesaba casi 200kg, nunca salía de casa e, imagino que para reforzar su autoestima, se dedicaba a ligar con chicas por internet, pero en el momento en el que se ponían pesadas para verse en persona, desaparecía.
Sinceramente, no me enfadé. Lo que sentí fue pena por ese chico. Imagino que su vida no debe ser demasiado fácil y me dio pena que no hubiese sido sincero conmigo, porque lo que más me gustaba de él era su forma de ser y ese sentido del humor que me volvía loca.
Anónimo
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