Nos han pillado haciéndolo en el trabajo y nos han puesto un expediente disciplinario.

 

Trabajo en una empresa grande con más de 100 empleados y hace unos meses me pusieron en un proyecto con Nando. 

Nando es un chico rubio, con ojos azules y alto. No diría que es un “bellezón”, pero es atractivo y tiene algo que desde que lo vi me quedé prendada de él; no sé si es su humor, su forma de ser o esas ganas que le pone a todo (y cuando digo a todo, es a todo, entiéndase), pero me encantó. 

Todo empezó con conversaciones hablando sobre criminología por WhatsApp hasta altas horas de madrugada y después de ahí, pasó a decirme que estaba deseando que le dijeran de hacer horas extras para pasarlas juntos y que me miraba el culo cuando iba a la impresora. 

El pasado viernes, fui arreglada a trabajar porque después había quedado para tomar unas birras con los amigos al plegar y así no tenía que pasar por casa. 

Nos cruzamos en el pasillo cuando justo yo salía del baño y me hizo un gesto como haciéndome entender que iba muy guapa. 

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Nos sentamos a trabajar y le escribí un WhatsApp: 

   –  Te veo muy estresado, creo que necesitas descargar tensiones, ¿Te ayudo?

Miró el WhatsApp de reojo y vi como sonriendo me contestaba: 

   – ¿Cómo quieres relajarme, a ver? No me iría mal una tila… ¡no muy caliente, gracias!

Lo miré con cara de «eres tonto» y ambos reímos bajito intentando aguantar las carcajadas, pero los que estaban cerca de nosotros se percataron e incluso una dijo: «¿Qué les pasa? ¡No entiendo nada!» 

Seguimos trabajando y fui a prepararle una tila. 

   – ¿Y esto?- Me miró sorprendido. 

   – ¿No querías una tila? ¡Pues tus deseos son órdenes! – Le dije bajito guiñándole un ojo a lo que él sonrió. 

 

Al rato tuvimos que ir a buscar unos expedientes a la planta de arriba, que normalmente no solemos subir, ya que es el archivo y no hay nadie trabajando allí. 

   – Aprovecho y voy al baño, que habrá menos cola que abajo.- Dijo de manera distendida.

   – Yo también, así después no tengo que ir. 

Ambos fuimos al baño y al salir, me dio un golpe con la puerta.

 

   – ¡Au! Yo preparándote con una tila y tú me lo pagas así, que desagradecido eres.- Dije bromeando. 

   – ¡Ostras perdona, no te he visto! Y gracias por la tila, aunque era broma no estaba estresado, pero como eres rubia, no la pillaste.- Dijo chinchándome. 

   – ¿Así que no estabas estresado? Yo que pretendía ayudarte, una pena… -Dije mordiéndome el labio. 

   – Bueno, si me lo dices poniéndome esa cara, me temo que voy a cambiar de opinión, pero las tilas no ayudan a ese tipo de estrés.- Dijo acercándose más a mí y susurrándomelo al oído. 

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   – ¿Quizás necesitas un tipo de relajación más intensa y profunda, no?- Dije bajando mi mano por su pecho hasta detenerse en el borde de su cinturón, todo esto, muy pegada a él.

   – Frénate Laura, que si empiezo yo no freno, aviso, me da igual que estemos en el trabajo.- Su mirada parecía más intensa, más juguetona, y pude notar como se le marcaba más el paquete. 

   – ¿Y si no quiero frenar, qué hacemos?- Dije provocándole y metiendo la punta de los dedos por dentro hasta rozar su erección.

 

Hizo un gesto en plan «de perdidos al río«, acompañado de un «estás loca» y justo después se abalanzó sobre mí y empezó a besarme como el que se ha estado conteniendo de comerse un dulce y por fin se lo come. Con deseo, pasión y desenfreno. 

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Le cogí de la mano y entramos en el baño de las chicas; le desabroché la camisa y le besé el pecho. Mientras, él me bajaba la cremallera del vestido y desabrochaba el sujetador, dejando a la vista mis pechos. 

Solté su cinturón y mis manos fueron a parar dentro de sus calzoncillos mientras él me metía los dedos y acariciaba mi clítoris. 

Estaba tan cachonda, la notaba tan dura y le veía la cara tan de puro deseo, que me moría de ganas de notarlo dentro. 

   – ¿Llevas condones?- Alcancé a susurrar entre pequeños gemidos. 

Abrió la cartera y sacó uno de sabor plátano. Se lo puse con la boca y se humedeció los labios al verme.

Se sentó en el váter y me puse a horcajadas encima de él. 

Él estaba lamiéndome los pezones mientras yo subía y bajaba encima de su polla cuando de repente, escuchamos picar a la puerta. 

 

   – ¿Hola? ¿Quién hay ahí? ¿Vas a tardar mucho? Hay una fuga de agua y tenemos que cortar el agua desde la llave del inodoro para lo revisen.

Era nuestra coordinadora y acabábamos de darnos cuenta que nos habíamos metido en un problema, vaya suerte la nuestra. Nos había pillado.

   – Hola, si soy Laura, ahora salgo.- Alcancé a decir. 

Nos quedamos mirándonos en plan, ¿Y ahora qué hacemos? Esperamos un poco por si se iba, pero no fue así, nos había pillado ; nos mandó directamente al despacho de la jefa y después de un discurso sobre la moral y los buenos hábitos en el trabajo, nos pusieron una sanción disciplinaria, sin empleo y sueldo durante una semana. 

 

Nos morimos de la vergüenza y la verdad es que fue una putada que nos hubieran pillado por la sanción y la vergüenza que pasamos, pero al final hemos aprovechado la semana para dar rienda suelta a nuestra pasión, así que dentro de algo negativo como que nos hubieran pillado, muchas veces hay algo positivo y ya que estaba hecho, al menos aprovechamos bien el tiempo. 

 

anónimo