NUNCA le digas esto a una persona con hipocondría 

Nota: este texto está escrito desde mi experiencia subjetiva como persona con hipocondría. NO soy psicóloga ni psiquiatra. Si deseas entender tu hipocondría o ayudar a alguien que la sufre, consulta a profesionales. 

A ver, nena. Desde la plena conciencia de que tienes muy buena fe y solamente quieres ayudarme, una cosa te voy a decir: hay comentarios que no ayudan un carajo. Que tú crees que sí y me lo dices creyendo que voy a sentirme mejor. Pero no, Mari, te digo yo que no. 

Como dijo Jack el Destripador, vamos por partes. La ansiedad provoca síntomas. Te puede doler el cuerpo, puedes tener sudores, nauseas… Es decir, que incluso cuando diga que me encuentro mal, es posible que no me pase nada. Esa vocecita cabrona interior con la que convivo me dirá que mañana mismo me muero, pero no es así. Si me quieres ayudar, intenta ser ese Pepito Grillo racional que yo no consigo ser. 

Dicho esto, que no deja de ser un resumen de lo que padezco, te voy a hacer una lista de comentarios que deberías evitar o reformular. Más que nada, porque aunque intento entender que me los dices desde el cariño, para mí son como meter el dedo en la llaga hasta tocar hueso. Son comentarios con los que una se pone mala. Y si me pongo mala, creo estar mala de verdad y empieza ese ciclo sin fin que lo envuelve todo. Y cuando empieza ese ciclo sin fin, una no sabe si subirse al peñasco aquel a que le pegue el aire o aprovecharlo para hacer paracaidismo. Pero sin paracaídas. 

  • “Ay, nena, deberías ir al médico, a ver si va a ser algo de verdad…” 

Te cuento, my friend. Si no he ido, es porque tengo pánico. Alguien como yo siempre piensa que le van a diagnosticar una enfermedad terminal y acaba por huir de cualquier bata blanca. Si no he ido, en lugar de decirme “igual es verdad que te está dando un parraque, míratelo”, acompáñame. Recuérdame que no tengo pruebas de que me vaya a ir al otro barrio mañana. Y si es todo lo contrario, si resulta que ya he ido 20 veces porque nada de lo que me dicen me deja tranquila, no me animes a ir 21, porque entonces entro en un bucle y ya no salgo. Recuérdame que está todo bien. 

  • “Pues igual el termómetro/ tensiómetro/ loqueseametro se ha roto…” 

Pues igual, pero si estás viendo que mi temperatura, mi tensión o lo que sea que me esté mirando está dentro de un rango normal, no me hagas dudar. Necesito confiar en los resultados que tengo delante, no dudar y revisarme 3 veces más, no vaya a ser. Que te voy a decir que tengo fiebre, claro que te lo voy a decir. Pero recuerda que mi hipocondría me hace pensarlo. 

  • “Esos tests de farmacia siempre fallan…” 

Vaya, la de veces que hemos dicho esto durante la pandemia, cuando salieron los famosos tests para detectar el COVID… ¿Pueden fallar? Pueden fallar. Esos, los de embarazo, los de VIH (¡Sorpresa! ¡Hay también pruebas de VIH de farmacia, por si no lo sabías!)… Pero nena, si llevo ya una colección hecha, no me hagas desconfiar… Uno puede ir mal, pero uno tras otro… Y más habiendo pasado por pruebas antes de salir al mercado. Con fiabilidad demostrada. Si me generas dudas, voy a estar diagnosticándome yo sola de COVID todos los días así me haya ido a vivir a un búnker y no haya visto otro ser vivo en semanas… Recuérdame que, si lo he hecho en el momento correcto y siguiendo las instrucciones, seguro que no tengo la enfermedad que creo tener. 

  • “Pues a la prima de la cuñada de la vecina le pasó que…” 

De verdad, no, stop, hasta aquí. Bastante tengo con creer que me pasa esto para que me plantees que me puede pasar aquello. Lo siento enormemente por la prima, por la cuñada y por la vecina, pero si las pruebas que me he hecho indican que estoy bien, estoy bien. 

Ahora hablando en serio. Las personas como yo dudamos de todo, todo el tiempo. Dudamos de nuestro cuerpo, de lo que nos dicen los profesionales, de los resultados de las pruebas… Acudimos a Google de forma compulsiva, hablamos de enfermedades porque creemos estar sufriéndolas, rechazamos ir al médico o nos pasamos la vida en el hospital. La hipocondría puede ser realmente infernal. Si de verdad quieres ser de ayuda, infórmate sobre ello. Un simple comentario, aparentemente inofensivo, puede desatar la locura en una persona como yo.

Mia Shekmet