Espero que nunca pidas perdón por querer tanto. Espero que nunca te sientas avergonzada por ser incapaz de contener tu entusiasmo, tus lágrimas o tu emoción. Espero, de corazón, que nadie te haga sentir que hay algo malo en tu forma de ser y que valoren la verdad en tus ojos en medio de tanta fachada.

Que la gente intente ocultar sus sentimientos por miedo a que les hagan daño no significa que tú eres débil por mostrarlos tan abiertamente. Que intenten que parezca que todo les va bien no significa que no duden, que no sufran, que no tengan los mismos miedos que tú. Hay personas que construyen muros tan altos a su alrededor que a veces me pregunto si alguien será capaz de derribarlos algún día.

Pero tú no, tú tienes una fuerza maravillosa y no dejas que nada ni nadie te cambie. Quieres incluso cuando te intentan convencer de que es demasiado, de que deberías protegerte más y no entregarte por completo. Quieres aunque duela, aunque cueste. ¿Y sabes por qué? Porque el amor te hace grande, porque puede más la ilusión que el miedo y porque sabes que el día que dejes de querer, ya no quedará nada que merezca la pena.

 

¿Desde cuándo querer se convirtió en algo malo? ¿Desde cuándo tenemos que avergonzarnos por expresar nuestros sentimientos? ¿Por qué nos quieren obligar a ocultar todo aquello que nos hace vulnerables?

 

Me gustaría que supieras que tienes magia dentro de ti. Que mostrar tu vulnerabilidad te hace más humana, más bonita, más real. Que has visto lo peor de muchas personas y situaciones y, aun así, te dedicas a buscar todas aquellas experiencias que te hacen vibrar. 

Así que gracias. Gracias por cada una de tus lágrimas, por tus abrazos sin pedir nada a cambio y por ese corazón tan enorme que tienes. Gracias por no dejar de creer en el amor, en las personas y en esta vida que parece haberle cogido el truco a eso de ponernos a prueba. Gracias por no dejar nunca de luchar y convertirte en un refugio para tantas personas.

El mundo necesita más gente como tú. Nunca pidas perdón por ser quien eres.