El otro día decía Bebi en Twitter que a la gente nuestro alrededor le gusta que seas tú misma hasta que a ti te guste serlo y que entonces, te odiarán. Y mira chica, más razón que un santo.

Nos bombardean cada dos por tres con que hay que quererse, que la autoestima es lo primero, que si no nos queremos nosotros mismos nadie lo hará y demás. Y sí, lo más importante en este mundo es que te quieras y te posiciones en la vida, ante ti misma y ante los demás.

¿Pero qué pasa cuando lo hacemos? ¿Qué ocurre cuando decidimos querernos?

Que la gente no está preparada. Como sociedad no estamos listos para querernos. Es difícil aceptar que la otra persona se quiere, se gusta y se cuida, porque entonces empezamos a cuestionarnos el por qué nosotros no lo hacemos. Y hacerse preguntas es incómodo, sobretodo si no te van a gustar las respuestas.

Y avasallamos a los valientes que deciden quererse. Les llamamos engreídos, creídos e insoportables. Nos chirría más que alguien nos diga que se siente guapa a que nos diga que no se puede mirar en el espejo por las mañanas.  ¿No debería ser al revés? ¿No nos debería preocupar más el hecho de tener una baja autoestima que el de quererse? No sé a vosotros, pero a mí a veces me da la sensación de que el mundo está al revés, de que te odiarán cada vez que tengas la osadía de ser tú mismo.

Y sé que no es fácil sentir que los demás se quieren mientras tú te odias por dentro. Y te machacas pensando en que estás demasiado delgada, eres muy alta, o tienes las piernas y la barriga gordas. Pero hacer sentir mal a los demás por intentar ser felices y tener una relación sana consigo mismos no es la solución. No podemos hundir a los demás en el fango para tapar nuestras carencias. 

 

 

@Pau_aranda21