Ojalá un mundo dónde nos enseñasen desde pequeñas que el pelo rizado es bien y la gente dejase de asociar rizos con no estar peinada porque SORPRESA, el pelo rizado tiene muchísimo más trabajo que el pelo liso y podemos tardar hasta una hora sin exagerar para tenerlo ready. Así que si alguna vez te han dicho que vaya pelos o que por qué no te peinas, feel you sister.

Aquí van mis siete pecados capitales por los que toda curly ha pasado:

Envidia

¿Por qué tú tienes unos rizos súper definidos y esponjosos y yo tengo un nido de cigüeñas? Pero si hasta han venido a mi casa a decirme que peinarme  va en contra del artículo 334 sobre los nidos de especies protegidas.  HELP

Ira

Basta que tengas un evento importante, una cita o te apetezca ir guapa para que tu pelo parezca recién salido de la 2ª guerra mundial. Eso sí, el día que no tienes planes y que toca netflix y manta a tope, tienes un pelaco que ya quisiera beyoncé.  Cagoentó.

Pereza

¿Que me tengo que poner la mascarilla dos horas a la semana? ¿Y me tengo que peinar mechón por mechón? ¿Es coña no? Mejor me lo lavo mañana.

Avaricia

Sabes que no puedes gastar, pero es que aunque tu cartera sí tenga fondo, tu estantería de potingues del cuarto de baño no. ¿Alguien me apadrina durante el resto del mes? ¿Hacemos un crowdfunding?

Gula

Sólo una nuez de producto, sólo una nuez de producto…

Upsss, I dit it again.

Te has pasado y lo sabes.

Lujuria

Están ahí, escondidas en el cajón, susurrándote promesas de amor incondicional y tirabuzones perfectos, pero en el fondo sabes que sólo es una relación tóxica con mucho daño a  la larga. Olvídate de las tenacillas, planchas y cualquier aparato que desprenda calor. Let it go.

Soberbia

Este es quizás el pecado capital más horrible de todos. Callarse un producto para que sólo tú puedas lucir pelazo te manda directamente al infierno curly. Si has dado con el santo grial, comparte hermana.

Sea como sea, quiérete, rizos incluidos.